Por Fermín Bocos. | A la vista de lo ocurrido en Extremadura está claro que, al convocar elecciones el 23 de julio, Pedro Sánchez calculó los problemas que tendría el PP para administrar los resultados de su victoria en los comicios locales y autonómicos de mayo. Los populares fueron la lista más votada, pero, salvo en el caso de Madrid, en otras comunidades y ayuntamientos, al no alcanzar la mayoría absoluta, sus expectativas de gobernar quedaban al albur de los posibles pactos con Vox. Con el resultado que conocemos: en Valencia consiguieron un pacto exprés cediendo consejerías a cambio del apoyo de Vox, pero en Extremadura ese trueque quedó truncado ante la negativa de María Guardiola, la candidata popular, a incluirlos en el futuro gobierno regional. El adelanto de las elecciones legislativas se revela, pues, como una maniobra que, al hacer coincidir la campaña electoral de cara al 23 de julio con los líos de los pactos post electorales de mayo, le complica la vida a Alberto Núñez Feijóo. Mucho. Porque el veto a Vox de hoy -caso de Extremadura- puede significar que el 24 de julio, si el PP necesitara los votos de Vox, Santiago Abascal los niegue o suba mucho el precio. La tensión está creada y con ella cuenta Pedro Sánchez para recuperar la iniciativa rescatando el fantasma del miedo a la extrema derecha condensando la idea en que votar a Núñez Feijóo es hacer vicepresidente a Santiago Abascal. Y lo hará sin cortarse un pelo olvidando que hace cuatro años él hizo vicepresidente a Pablo Iglesias después de haber dicho que no pactaría con Podemos. En el terreno de los cambios -donde dije digo, digo Diego-, Sánchez lleva ventaja porque cabalga con naturalidad sobre sus contradicciones. Y, si hay que mentir, miente. Feijóo tiene otro talante y por eso se nota que esta situación le incomoda. Lo previsto era que las elecciones generales se celebrarían en diciembre. Contaba con que habría tiempo de sobra para cerrar pactos allí donde el PP necesitara el concurso de Vox y que, poco a poco, se iría desvaneciendo el ruido de los medios. La anticipación de las elecciones solapa ambos procesos y de esa coincidencia y de las tensiones que provoca en el ámbito de la derecha, Sánchez saca ventaja porque espera que Feijóo se equivoque rompiendo todos los puentes con Vox como en su día hizo Pablo Casado.