tribuna

Elecciones en plena canícula

Por Fermín Bocos. | Al elegir el domingo 23 de julio como fecha para anticipar las elecciones, en plena canícula, Pedro Sánchez quizá no cayó en la cuenta de que estaba consiguiendo un montón de “amigos”. Ese día media España estará de vacaciones en la playa, en la montaña o de viaje por el extranjero y la otra mitad estará disfrutando del puente de Santiago Apóstol. Con la posibilidad de que cualquiera pueda ser citado para formar parte de una mesa electoral, todos aquellos a quienes les pilla fuera de casa, han comprado los billetes para viajar, se les casa alguien de la familia o simplemente son testigos de la boda, se estarán acordando de Pedro Sánchez desde el momento en el que tuvieron noticia de que había decidido convocar elecciones para el día 23 de julio. En plena canícula, lo que, por razones obvias ,ningún presidente antes que él había hecho. Porque es una fecha en la que el personal administra su vida con arreglo a pautas tradicionales como son los períodos de vacaciones. Se dirá que se puede votar por correo. Cierto, pero no deja de ser un procedimiento engorroso. Hay que solicitarlo y esperar a recibir la documentación, pero haber votado por correo no anula la posibilidad (real) de ser convocado para formar parte de una mesa electoral. Caso en el que, para tratar de evitar la cita, se abriría otro proceso aún más engorroso que pasa por acreditar (documentalmente) las razones para justificar ser excusado. Después, habría que esperar a la respuesta de la Junta Electoral y todo eso lleva su tiempo y a unos les puede pillar de vacaciones en algún punto de España, lejos de la ciudad en la que reside o incluso fuera de nuestro país. Total, un lío que puede acarrear problemas innecesarios al convocar en esa fecha incumpliendo, por cierto, Sánchez una de sus promesas -una más – tras haber dicho en varias ocasiones que agotaría la legislatura y que las elecciones serian en diciembre. Ha cambiado de idea impulsado por el pánico tras el batacazo sufrido por el PSOE en las elecciones locales y regionales en las que ha perdido gran parte del poder institucional en ayuntamientos y comunidades autónomas. Podía haber escogido cualquier otra fecha o incluso haber hecho coincidir las legislativas con las locales, una tercera papeleta que nos habría ahorrado tiempo, dinero y complicaciones. Pero parece que le ha cogido gusto al plebiscito sin calcular que le puede haber puesto fecha de caducidad a su paso por La Moncloa. Lo que está claro es que convocar elecciones en plena canícula no es la mejor forma de hacer amigos.

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