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Entre Trillo y Biden

El otro día, para cerrar un discurso pronunciado en Conneticut, el presidente USA Joe Biden lanzó un sorprendente “¡Dios salve a la reina!”. Nadie sabe a qué soberana se refería porque, al menos que se sepa, la reina de Inglaterra falleció hace ya un tiempito y ahora el que ocupa el trono es un rey, llamado Carlos III, me parece. Además, que el entusiasta mensaje no venía a cuento, porque en USA no se vitorea habitualmente a un monarca británico. Los despistes y las caídas de Biden son motivo de chanza en los Estados Unidos. Sobre todo, cuando sube o baja del Air Force One, el avión presidencial, cuyas escaleras constituyen el lugar preferido por Biden para darse el partigazo. Cada vez que Biden aborda o abandona su fortaleza voladora hay mil cámaras apuntando a sus ñames, por si da un traspiés y se precipita al vacío, Air Force One abajo. Los despistes del bueno de Biden han hecho fortuna en las redes, como cuando Pedro Sánchez lo abordó de improviso en un pasillo y él, Biden, le hizo a Sánchez un muerto viviente. Sánchez le hablaba y el otro se hacía el sonámbulo, hasta que alguien de seguridad lo puso a buen recaudo. No es el único, ¿o es que no recuerdan el “¡Viva Honduras!” de Trillo en El Salvador? El entonces ministro de Defensa del Reino de España lanzó un “¡Viva Honduras!” a la tropa española destacada en El Salvador, cuando donde había aterrizado realmente era en este último país. Mandó formar otra vez para repetir el grito, esta vez correctamente. La gente presente se descojonaba de la risa, pero Trillo, aturrullado por el ajetreo ministerial, ya no sabía ni dónde se encontraba realmente. Hombre, son humanos, pero, coño, un poquito de atención y de cabeza no les vendría mal.

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