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Noches de verano

Llevo muy mal las temperaturas altas. No me dejan dormir, ni a Mini tampoco. Y, además, están los sueños disparatados, que me perturban mucho. Las noches de verano son molestas, vienen los mosquitos, aparecen las cucarachas y me paso el día con el spray en la mano, veneno que le hace daño a los ojos de la perrita. A mí me gusta mucho el verano, por la luz, pero prefiero el invierno, que no acarrea plagas. Lo más que me cabrea del invierno es que a las seis de la tarde es de noche, pero si viviera en Londres a las tres de la tarde también sería de noche. Londres, hace tiempo que no viajo a esta ciudad. Ahora, Ryanair ha tomado la sabia medida de no vender alcohol a bordo de sus aviones, para que los pasajeros no se carguen y no se meen en los sillones. Los británicos son excesivos en sus comportamientos, sobre todo en los aviones, y, en los países permisivos, cuando se desplazan a ver el fútbol. Aquí en España los tenemos calados y sólo destrozan la Plaza Mayor de Madrid, que no tiene nada que destrozar excepto los paraguas de los bares, pero éstos lo arreglan subiéndoles el precio de las birras; quid pro quo. He leído un libro sobre los negocios de Juan Carlos I, King Corp., de José María Olmo y David Fernández (Libros del K.O.). Joder con el ex monarca. Si todo es verdad, como así parece, lo mejor es que el rey emérito se quede donde está. Qué engañadito estaba yo, concentrado en matar mosquitos. Recomiendo vehementemente su lectura y, tras haberlo devorado, todavía me extraña cómo la monarquía sigue estando vigente en España, Todo lo que he escrito a su favor con anterioridad lo pongo hoy en cuarentena. A lo mejor por eso no duermo y no por el calor.

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