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Trigo limpio

No lo conozco, jamás he estrechado su mano, no hemos coincidido en ningún acto -porque yo no voy a ninguna parte-, ni me ha entregado una medalla de oro; nada, pero tampoco me hace falta a la hora de reconocer la labor de un hombre bueno y de un político honesto. Se llama Ángel Víctor Torres y no va a ser presidente, a pesar de haber sacado más de cien mil votos de ventaja en la lista regional al Parlamento de Canarias a Fernando Clavijo, que sí lo será. Ángel Víctor seguirá en política, pero no en el banco del Gobierno, sino en su escaño, y tendrá tiempo de continuar su profunda inmersión en la poesía romántica tardía de su admirado Julio Herrera y Reissig, el representante de la vanguardia modernista nacido en Montevideo, pero descendiente de canarios. Porque nuestro presidente hasta hoy, que es filólogo, prepara una tesis doctoral sobre este desconocido del gran público, pero de interesante trascendencia literaria sobre todo en nuestro otro mundo, el latinoamericano. Los canarios fundamos Montevideo, así que la semilla implantada en un territorio tan hermoso, que conozco bien, prendió también en lo literario y Ángel Víctor no tendrá que estar tan pendiente de si llega un temporal o de si se subleva un volcán, más bien lo estará de la investigación para llenar de contenido su tesis doctoral, que tenía abandonada. A lo mejor cuando se ponga su birrete de doctor yo me pondré el mío, que duerme en una caja, y celebramos juntos la vuelta a la vida de un poeta olvidado en el tiempo, que hasta tuvo un tío presidente de la República, don Julio Herrera y Obes. Los canarios tampoco van a olvidar a Ángel Víctor Torres, quien dentro de cuatro años -aún es joven- tendrá otra oportunidad para volver. Es trigo limpio.

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