después del paréntesis

Votar

La democracia se sustancia con democracia. Eso es lo que acaba de ocurrir. Las pasadas elecciones colocan en su punto las intenciones preferentes de los votantes ahora. Así, los resultados y lo que los resultados son. De lo cual se deduce un movimiento: de los ardites de Pedro Sánchez para llegar al poder central con las izquierdas y conservar los territorios propios en las autonomías y en los ayuntamientos, la derecha ha dado un repaso considerable. Eso sucede: reductos históricos del socialismo que se han perdido, de Sevilla a Guía de Isora. Y se afianza sin reservas el poder conservador en otros puntos, Madrid o Santa Cruz de Tenerife. De manera que los suspiros se difunden. Aquellos que supieron guardar sus posiciones en la gloria o los que las perdieron en consecuencia con lo que el sistema es: los votos cuentan, se gana o se pierde. Por eso la democracia es taxativa: ¿por qué? Por qué lo uno y por qué lo otro. Las respuestas son fidedignas: quienes tenían el poder no supieron comunicar sus aciertos como hubieron de comunicarlos o los aciertos no se correspondieron; o lo que es lo mismo, palabras solo palabras y la democracia es hechos. Frente a esa posición de despiste o de conformismo o de indiferencia o de prepotencia los electores eligen. Y eligen por lo que la oposición comienza a construir: hay alternativa y la alternativa es cierta. Es decir, si somos votantes progresistas, hemos de aceptar el real. Quienes nos condenaron fueron los de la izquierda que gobernaron. Y eso queda. Y como queda, el presidente Pedro Sánchez, que no es tonto, aunque el PP no lo crea, se apresuró a decidir: adelanto de las elecciones; cuanto más pronto mejor. El por qué, en este caso, es sustantivo. Sabe, sabe que cuanto más se alargue la cuerda, peor. En estas circunstancias, gobernando con un partido que se comporta como oposición dentro del propio gobierno, un partido que no solo critica las leyes representativas del PSOE, sino que difama de los ajustes sustanciales por darle pábulo a su (supuesto) radicalismo, con esta entraña manifiesta lo tiene crudo. Por mal gobernar, y en eso tiene razón la derecha. Porque una de las consignas de los gobiernos de coalición es gobernar juntos y sin reservas. ¿Atajará la marea el socialismo? ¿La izquierda recompondrá su fuerza por encuentro, pese a Podemos? Se verá. Si no sucede, el futuro nos conmoverá: PP y Vox en concilio. O lo que es lo mismo, España de nuevo será la excepción incondicional de Europa. Lo veremos.

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