conversaciones en los limoneros

Luis Kerch, pintor: “Busco la belleza, algo denostado en el arte contemporáneo”

Su trabajo representa la experiencia de percibir el mundo y la luz que nos rodea a través del uso del color
Luis Kerch

No podemos hablar de Luis Kerch (Ciudad de México, 1962) como un pintor autodidacta. No, porque está formado en Master of Science in Communication Design por el Pratt Institut Brookling of New York y como Bachelor of Fine Artes por la Universidad de Miami. Él mismo dice que “mi obra es la de un observador comprometido con el arte y la Naturaleza”. Lo cierto es que su trabajo representa la experiencia de percibir el mundo y la luz que nos rodea a través del uso del color, a decir de los críticos. Y esa obra extensa le ha llevado a mostrarla en tantos lugares, hasta el punto de que nos llevaría las dos páginas asignadas dar noticia de sus exposiciones, que han llegado a China, o van a llegar muy pronto, para lo que el pintor ha logrado el permiso de las autoridades de aquel país; una autorización que sólo se otorga a los mejores. Parece mentira: en muchas ocasiones no nos enteramos de cuántos grandes artistas residen y trabajan en las islas. Luis vive con su familia en Tenerife y su hija lo representa desde Madrid ante las galerías que pretenden su obra. Su esposa, a la que conoció en Caracas, es tinerfeña. Para el crítico David Barro: “En las obras de Luis Kerch el paisaje se difumina y la imagen se destruye para activar la imaginación. Lo pictórico se lleva a una situación límite. Por eso siempre hay algo que se nos escapa y el vértigo se apodera de la experiencia. Una realidad que ni vemos ni podemos describir, pero cuya existencia podemos deducir”. Yo creo que esto define muy bien el estilo y al hombre.

-China, ahí hay mercado, amigo.

“Pues sí. Me ha fichado una galería importante y me han enviado el permiso para exponer, que concede el Estado a artistas con un currículo prestigioso. Estoy muy contento”.

-¿Podemos decir que eres un pintor al aire libre?

“Lo puedes decir, porque casi toda mi obra está creada en contacto con la Naturaleza”.

-Y, además, colocando el lienzo en el suelo. Observas desde arriba y pintas desde arriba”.

“Desde hace mucho tiempo coloco tabla y lienzo en el suelo y procedo a trazar los colores”.

-¿Influencias?

“Turner es una de ellas. Me parece que fue él quien dijo que el alma lo ve y el color lo refleja. Es un precursor del arte contemporáneo, yo creo que el gran precursor”.

-Turner, el pintor romántico que hizo de los grises una belleza. Retrató el enorme poder de la Naturaleza sobre el ser humano, está recogido en las enciclopedias. Y sus tormentas son poesía. Luis, tus grandes formatos impresionan mucho.

“Sí, efectivamente, trabajo con grandes formatos, de dos por dos, por ejemplo. Eso me permite caminar sobre el cuadro y aplicar los acrílicos sobre los lienzos o sobre las maderas”.

-He visto parte de tu obra, sobre todo en dos espléndidos catálogos que han llegado a mis manos y el color está ahí, es tu característica.

“Sí, el color de la Naturaleza, según donde pinto. No es lo mismo el gris de Inglaterra que el paisaje vivo de Vilaflor. Hago lo posible por reflejar lo que veo y el resultado gusta; a los críticos y a quienes compran mis cuadros”.

(Tengo en mis manos un excelente catálogo editado por el Gobierno de Canarias. En él escribe Eduard Reboll que “Luis Kerch ensucia el aceite, lo hace patinar y crea múltiples micro paisajes en cada mancha”. Es una buena definición para reconocer al artista “que a veces roba de Turner la luz que imprime el choque de dos olas”).

-Dice el crítico gallego David Barro que la luz de tu obra devora el mundo visible.

“Sí, él me conoce bien. Yo veo el paisaje y luego hago su recreación en colores, con la estética de lo imaginario que se une a la del mundo real. He desarrollado esta técnica durante años. Y ahí vuelvo a nombrar a Turner, que no sólo ha influido en mí, sino en todo el mundo”.

-Tú buscas la belleza, eso se nota.

“Sí, la busco con mucho afán y esto parece algo denostado en el arte contemporáneo”.

-¿Presumes de tu modernidad?

“La belleza es atemporal. Yo no puedo ser un artista antiguo. Eso sería como decir que el vino es antiguo. Cada artista tiene su época y uno no puede imaginar qué va a pasar en la suya, todo lo más vivirla cuando llegue”.

-¿Qué tiempo abarca lo contemporáneo?

“Para mí, desde el 2000 a nuestros días. Pero cada cual tiene su teoría al respecto”.

-Háblame de tu familia.

“Bueno, te dije que mi mujer es tinerfeña. Mi suegro, que es militar, mandó tropas en la guerra de los Balcanes y hasta fue secuestrado. Hoy es general del Ejército español en la reserva. Vivimos aquí porque nos gusta esto. Mis dos hijos tienen gran sensibilidad artística y mi hija trabaja en una galería de Madrid y también vende mi obra en todo el mundo”.

-O sea, Tenerife es una especie de cuartel general familiar.

“Sí porque, en mi caso, pocos lugares en el planeta son tan especiales e irradian tanta luz, pero he pintado en infinidad de ambientes naturales de todo el mundo y esto ha enriquecido mi quehacer como artista y mi propia obra. Acabo de cerrar una exposición en Tenerife, con resultados excelentes”.

-¿Y ahora siempre trabajas en la isla?

“No, también en México y en otros lugares de España. Próximamente me iré a China para captar el color de ese país. Estoy muy contento de haber conseguido los permisos para poder pintar y exponer”.

-A mí los artistas que salen a la calle me encantan, Luis. Tú has vivido en Venezuela. Se puede caminar, en el aeropuerto de Caracas, sobre la obra de Cruz Díez. Porque realizó su trabajo en el suelo, para que la gente circulara sobre su idea.

“Qué belleza, ¿verdad? Ese suelo es maravilloso y la obra de Cruz Díez, como la obra de Soto, pertenecen a la vanguardia estética, en la que los artistas venezolanos han tenido mucho que decir”.

-Te lo digo porque, en cierta manera, es como caminar sobre la mancha del artista. Lo haces tú con tus cuadros.

“Sí, yo camino sobre ella, pero siempre siendo fiel a lo que veo alrededor, que en el caso de los paisajes que elijo es también muy gratificante para mí como artista”.

-¿En qué movimiento te sitúo?

“No te voy a contestar yo, sino que voy a dejarle la respuesta a David Barro, cuando dice que “Luis Kerch guarda paradójicamente tanta relación con la estética barroca como con la representación realista del abismo, propia del romanticismo”.

-¿Hay mucho componente emocional en tu obra?

“Mucho, porque me guío por la experiencia de lo bello y no puedo esconder la vertiente emocional en todo lo que hago. La pintura, como ha dicho un crítico amigo, más que conformarse se desvela, como una turbulencia”.

-Dame un concepto de ti mismo, algo contundente que te defina.

“Siempre digo que con mi trabajo quiero representar la experiencia de percibir el mundo y la luz que nos rodea a través del uso del color”.

(Me habla de su familia. Luis Kerch conoció a su esposa en su casa de Caracas, en una fiesta que dio para sus amigos. Supongo que está aquí en la isla porque todo artista que se precie acaba en la tierra de sus seres queridos. No sé si el verbo acabar es el apropiado porque Luis Kerch es joven, tiene 60 años y una gran vitalidad que hace que le cueste poco ir de aquí para allá, donde su trabajo lo demande. Su currículo es muy amplio. Sus vivencias también lo son porque ha vivido en México, en Venezuela, en los Estados Unidos, en el Reino Unido y en España, en periodos más o menos largos).

-En tus cuadros hay palmeras en ambientes cenicientos, hay volcanes, hay siluetas de costas. Veo a Canarias en ellos.

“Claro que tienes que ver todo eso y a Canarias por supuesto. Pero el denominador común es el manejo, yo creo que acertado, del color de cada cosa. Está un nopal y está la luz. Está todo el paisaje que entra por mis ojos”.

-Leo en alguna parte que la luz de tu pintura devora el mundo visible. Y esta es una buena definición.

“Bueno, sí lo es. También se ha dicho que las imágenes resultan esquivas y huidizas y que mi pintura es un punto de conflicto y paradójicamente funciona como una pintura amable. Desde luego, pinto para que así lo sea y espero seguir haciéndolo con la libertad del que se siente arropado por quienes contemplan y adquieren mi obra”.

-¿Y eso de pintar de pie, con el cuadro en el suelo? Repito la pregunta porque me resulta, cuanto menos, original.

“Y yo te repetiría la respuesta. Veo el paisaje que quiero plasmar, miro hacia abajo y lo recreo en el lienzo o en la madera. No es fácil, no creas, pero a mí me resulta gratificante, como si la posición me diera también una visión distinta del mundo que está alrededor”.

-¿Y no te produce cierto vértigo?

“También se ha dicho de mí que el vértigo se apodera de la experiencia, quizá ahí encuentres la respuesta”.

(Se ha terminado el cuestionario, pero no la charla. Hablamos del arte hecho en Canarias, de Pedro González y de sus monstruos con la cara de Pepe Segura (Pedro se empeñó en poner la cabeza de Segura en sus cuadros en una determinada época). Hablamos de otros pintores canarios de renombre, como Fernando Álamo, para mí todo un referente de la pintura canaria contemporánea. También de la labor del TEA y de otras galerías y galeristas de vanguardia en España. Y hablando y hablando se nos agotó el tiempo y se empezaban a acabar las palabras cuando la noche se nos echaba encima en Los Limoneros y se oscurecían los árboles –cuyos frutos no se comen– del aparcamiento. Así que nos levantamos y nos fuimos con la sensación de que no todo estaba dicho ni tampoco que todo quedará escrito, como era mi obligación. Entono mi mea culpa).

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