Que dice el papa que la Iglesia corre peligro de irse al garete si no se renueva. Es decir, que sus dirigentes –empezando por él— son demasiado viejos. Esto lo sabía todo el mundo porque los cardenales, en su mayoría, pertenecen a una organización de vejestorios y algunos obispos me parecen demasiado jóvenes. Como aquel de Solsona, que se enamoró y se fue. Es un problema esto de los eclesiásticos célibes, por mandato de no sé quién, porque antañazo los papas tenían sus querindongas y hacían una vida más o menos normal en lo sexual. Lo anormal es el celibato, problema que no sufren las religiones protestantes y no sé si la Iglesia Ortodoxa, no estoy seguro. Yo creo que los curas deberían formar sus familias y con esto nos estaríamos ahorrando la salidera del clero, que no está generalizada pero sí existe, como es público y notorio. Y también reconocería la Iglesia Católica que fue su Dios el que creó el sexo para ejercerlo y no para convertir a sus clérigos en unos reprimidos o en todo lo contrario (y voy a ahorrarme comentarios dolorosos). El papa ha dicho que la Iglesia Católica tiene que rejuvenecer, pero no ha hablado del celibato, como tampoco habla de otras cosas. Todavía Francisco, o quizá su sucesor, que será de su cuerda, puede arreglar las cosas. Quizá haga falta otro concilio, que regule lo que no pudo terminar el bueno de Juan XXIII, el verdadero renovador de las viejas directrices de Trento, en el Vaticano II. Muchos obispos, españoles incluidos, son unos carcas de campeonato y ya es hora de que vayan cambiando de mentalidad. Y algunos curas también, que hablo con amigos eclesiásticos y me asusto de lo antiguos que se han quedado. Todavía creen en Adán y Eva cuando la NASA tiene guardados en sus almacenes naves espaciales y restos de habitantes de otros planetas.