Ha tenido el acierto Enrique Camacho de traer al Puerto de la Cruz al gran John Malkovich. El actor norteamericano ha sido nominado dos veces a los Óscar y tres a los Globos de Oro, ganó un Emmy y es premio Donosti. Intenté llevarlo a Los Limoneros para entrevistarlo, pero sus horas en la isla estaban tan contadas que no fue posible. Sí les contaré algo de Malkovich. Acaba de ser abuelo, le gustan los loros y es un hombre tímido, al que no le agradan las fotos ni firmar autógrafos. María Jesús e Irene, las dos personas más cercanas a Enrique Camacho, que han estado cerca del actor, procuraron hacerle la cortísima estancia en la isla lo más agradable posible. Y comprobaron que Malkovich es un hombre completamente accesible, cercano, que se transforma al subir al escenario para hacer de malo muy malo y que da lecciones de actorazo cada vez que se mueve sobre las tablas. Seiscientas personas contemplaron su espectáculo, en una gira, que continúa. Una gira apretada para el actor de Illinois, que tiene 69 años y dos hijos de su segunda esposa. El escenario fue montado en el Parque del Taoro, un entorno natural precioso, rodeado de malpaís y metido en las frondas del Camino de la Sortija, acaso el paseo más bello de la isla –con el de Las Acacias-. En ese paseo, en el de La Sortija, corría mi abuelo a caballo, la sortija precisamente, para capturar, armado de la batuta de un director de orquesta, las cintas bordadas por las jóvenes más bellas del Puerto de la Cruz. Supongo que no le contarían esto a Malkovich, porque ni María Jesús ni Irene nacieron en el Puerto y no tenían por qué saberlo. Ni falta que les hace.