después del paréntesis

Las papas

Una de las cuestiones que ha asentado en este mundo a los canarios ha sido las papas. La conexión temprana de las Islas con América dio para que pronto nuestros terrenos fueran ocupados por ellas. Y, de ese modo, se dispusieron, por más con las famosas terrazas y en los lugares más señalados del terreno con un fin, solo con un fin: la agricultura de subsistencia. En todos los territorios del Archipiélago las papas se asentaron y se convirtieron en la base de la comida de nuestros antepasados. Así podían comerse papas al mediodía y en la cena, con el manjar que las acompañara o carne (si había conejo, baifo o cochino), sardinas (las más en aceite), etc. Y la urdimbre más severa de los potajes. Eso construyó la vida de nuestros paisanos, por más cuando comenzaron a exportarse las semillas desde Inglaterra para nuestros campos (las Kineguas o King Edward, las Autodates o Out to Date, las blancas, las rosadas o la delicia más suprema de la delicia que son las Bonitas o las Negras). Porque se da el caso de que la tierra de Tenerife produce una de las papas más extraordinarias del mundo. Y tal cosa habría de ser uno de los reclamos más preclaros (como en parte es) de nuestra gastronomía. Recuerdo, por ejemplo, un puesto en el mercadillo de comida de la Plaza Mayor de Madrid donde una alemana que se afincó en Canarias llevó allí ese manjar para que se consumiera y consume. De manera que eso somos por el nombre cierto que las asigna, papas, y no la derivación quechua-taino (de “batata”) “patata”. El tiempo, sin embargo, ha dado la vuelta a la condición. Si en épocas pasadas la dicha subsistencia clamaba por la autosuficiencia, más aún que muchos agricultores plantaban para vender los sobrantes, el abandono de la agricultura en Canarias, una de las marcas perversas de los sucesivos gobiernos de las Islas, ha hecho que seamos dependientes gastronómicos de ese alimento. No usamos por lo común nuestro maravilloso producto sino que nos sirven las importaciones, fundamentalmente de Inglaterra, una papa ruin que se arruina a las pocas semanas de comprarla. Y eso ocurre, la servidumbre. Que hoy nos tiene fastidiados. El escarabajo de Colorado del Reino Unido ha hecho que Europa, por protección, haya cerrado la frontera. El desabastecimiento es el signo. Y eso ocurre: un 60% más caras de lo normal. O lo que es lo mismo, he visto pedir 80 euros por 20 kilos o 7,5 euros por un kilo. Tardos gobiernos que nos asisten, porque eso aquí no es comida, es la comida. Y definitivamente una familia común no puede pagar ese precio por lo esencial. ¿No comer papas? Si la historia no se arregla, eso ocurrirá. En verdad dejaremos de ser canarios cuando lleguen a 200, que a poco se verá.

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