Cuéntenme los cuentos que quieran, háblenme de las anécdotas que deseen, pero sin la actuación estelar de dos personas, Michael Jackson no hubiera pisado de Tenerife hace treinta años. O de tres artífices, porque me parece que el promotor Valentín Álvarez también tuvo que ver en su contratación, si no me equivoco. Las dos personas claves para que Jackson, a quien yo jamás he escuchado cantar, ni tengo puta idea de su vida, estuviera en la isla tres días, y actuara, fueron el entonces alcalde, José Emilio García Gómez, que no tiene puñetera idea de música, ni siquiera oído, y el publicista Víctor Gonzalo Duboy, que avaló el concierto de su propio peculio, a cambio de nada. Al final todo les salió bien, pero quienes se cuelgan ahora medallitas que no les corresponden son unos caraduras. Y quienes no han incluido a estas personas en los documentarles conmemorativos han sido, cuanto menos, injustos. Gracias a José Emilio y a Víctor, y a la colaboración de Valentín, se celebró ese concierto, que a los promotores -justo es decirlo- no les costó dinero, pero tampoco ganaron nada, o al menos eso creo. Solo le hicieron un favor a la Isla, al menos en los ambientes musicales del mundo y para el propio turismo joven y no tan joven. José Emilio fue un grandísimo alcalde; Víctor Duboy una persona decente, ahorradora y un publicista que hizo escuela; y Valentín un self made man y un buen amigo, que estaba cuando uno lo necesitaba. No es malo recordar con justicia al trío en este pueblo tan propenso al olvido y a la mala baba. A mí me encanta hacer justicia, antes de que todos desaparezcamos de este puto mundo, cada vez más deshumanizado y olvidadizo.