superconfidencial

El whisky

Estábamos almorzando en un restaurante de Sabana Grande, en Caracas; el Urrutia no era, porque recuerdo que subimos a un primer piso. Perdonen, pero ya se me van los nombres. Sí recuerdo, cómo no, al profesor García Ramos, al empresario y amigo Paco González Yanes, que nos invitó, al profesor Luis Pastori, presidente que fue de la Academia Venezolana de la Lengua y suegro del guerrillero y político Teodoro Petkoff (fundador del MAS), a otro profesor de la Universidad Central muy amigo de Pastori y casado con una orotavense; y estaba yo, claro. Empezamos a hablar de las cualidades terapéuticas del whisky durante parte de las ocho horas que duró el almuerzo. Especialmente hablábamos del que consumimos varias botellas, el Buchanan´s de 18 años, para mí el mejor whisky del mundo, tomado con agua de coco y hielo hasta los topes del vaso. Uno decía, “pues a mí el whisky me baja la tensión”; otro contertulio hablaba del whisky como pócima milagrosa a la hora de subir la tensión; pero el más sabio de todos fue don Luis Pastori, que sentenció: “Pues a mí el whisky me llama la atención”. Lo cuento a raíz de algo que me ocurrió el viernes. Puede que a causa del calor, me dio tal bajonazo que caí redondo al suelo con 6-4 de tensión. Me levanté, me volví a caer y arrastré conmigo a un cuadro y a mi hermano, que está peor que yo pero que acudió en mi auxilio. Me temo que no me voy a librar de un electro y de un análisis, de los que siempre sales cagado, pues entras en la consulta sano y apareces con mil insuficiencias, no obstante las tranquilizadoras y amables palabras iniciales del doctor Enrique González, que agradezco, y con el que acababa de tomarme, precisamente, un whisky en Los Limoneros.

TE PUEDE INTERESAR