Dos veces he estado en Israel, una de ellas acreditado como periodista y recorriendo todo el país; otra por placer, aprovechando que el Tete jugaba contra el Maccabi. En cierta ocasión me vi obligado a salir de estampida de la Explanada de las Mezquitas porque se originó un tiroteo entre unos terroristas árabes y la policía israelí. Leo que la guerra actual se origina por fallos de espionaje del Mossad, a pesar de haber sido advertido por los servicios secretos egipcios de la inminencia del ataque a gran escala de Hamas; y por el apoyo terrorista de Irán, que es el origen de casi todos los males en Oriente Medio. Irán es el cáncer de la zona y ha contagiado a facciones radicales del Líbano, donde quedan mucho dinero y muchos intereses y existen muchas culturas: cristianos, palestinos irracionales, extremistas islámicos, sunitas y chiitas, unos seguidores de Mahoma y otros de su yerno, Alí. Aquí hay para todos. El resumen es la guerra y la barbarie carnicera de Hamas, considerado ejército terrorista por la Unión Europea, Reino Unido y USA. Yo he visto, en Gaza, cómo reparte los dólares Hamas, en plena calle, delante de todo el mundo, sobre todo entre los jóvenes. Así los recluta, a base de dinero, porque Hamas es más de soborno callejero que de fanatismo religioso. No se puede hacer un análisis certero de lo que pasa en Oriente Medio en 300 palabras. Ni en 300.000. Israel se defiende, pero sabida la trayectoria de Netanyahu no habrá piedad para los malvados. Va a arrasar Gaza. Y caerán muchos inocentes en los inevitables daños colaterales, tan fríos como dolorosos. Se libra una guerra terrible en Oriente Medio, como la de los Seis Días o como la del Yom Kipur. Conocí a algunos de aquellos personajes. Que Hamas se prepare para un conflicto durísimo.