El próximo día 20, en el espacio cultural de El Corte Inglés, presento la segunda edición de mis Memorias ligeras, una vez agotada la primera. Digo presento, porque la presento yo mismo, no he acudido a nadie para ser introductor de quien casi todo el mundo conoce. También he de advertir a quienes compraron la primera edición que no piquen y vayan a comprar la segunda, porque son iguales, con las mismas erratas y todo, pero en esta última he añadido un capítulo y una foto de José Feliciano conduciendo un Mercedes. La cosa no tendría mucha importancia si el bueno de Feliciano no fuera ciego. No sé el nombre del examinador que le dio el carné, pero veía menos que el músico. La foto la obtuvo mi amigo Félix Lam por fuera del restaurante del fallecido percusionista Tito Puente, en City Island, Nueva York. Yo estaba allí. Las Memorias son divertidas y a quien compre el libro se lo dedicaré. No espero mucha gente, porque ya no tengo el tirón de antes. Ahora soy una momia guanche disfrazada de periodista; pero bueno, sigo en la brecha y me gusta lo que hago, es decir, acumular miles de folios, encuadernarlos y ponerlos en un anaquel. Cuando me muera, alguien se encargará de tirarlos a la basura, que será su lugar natural porque no hay espacio que aguante tanto material. Ya lo saben, están invitados el día 20/10 todos los lectores -me dicen que son unos 40.000- que leen diariamente esta columna, vía impresa, vía digital. Yo no me lo creo, me da que se inventan el dato para darme ánimos y en ocasiones los necesito. Yo voy poco a El Corte Inglés, porque ahora compro en la ventita china de al lado de casa, pero ya que me invitan, allí estaré. Ah, será a las 7 de la tarde.