Antes que nada, disculpas. Ayer tuve un lapsus mentis y se me coló un singular en lo que tenía que haber sido un plural; disculpen. Al margen de eso, me llama un amigo y le cuento la reflexión que hice, sentado en el sillón. Resulta que el gremlin de Montoro me trabó con su Agencia Tributaria de grandes garras y me mamó hasta la herencia de mi madre; resulta que vivo de una pensión; resulta que soy pobre como las ratas y de vez en cuando doy sablazos a los amigos; entonces, ¿por qué no soy de izquierdas? Tenía que ser más de izquierdas que la comunista narizuda y que el maleta del Estudiantes. Pero resulta que no, que porque desde los remotos tiempos de mi tatarabuelo todo el mundo en mi familia ha sido conservador, pues yo lo soy también. Sentadito en el sillón, pasando un calor de cojones, me dije a mí mismo que eso se acabó. A partir de ahora me declaro más de izquierdas que Irene Montero, aunque sin chalé en Galapagar, ni Guardia Civil en la garita de la puerta. Me declaro de izquierdas como Monedero, que tiene el monedero mucho más caudaloso que el mío, y que Echenique, que además es argentino o de por ahí, y aquí ha encontrado su edén. Soy de izquierdas, leré, leré, y haré apología de la izquierda hasta que me quede más cojo que el Cojo Manteca, paz descanse. Porque a servidor la derecha no le ha dado nada -ni la izquierda tampoco-, nunca he disfrutado de un carguito oficial y me considero un perseguido tributario, por lo que un día de estos voy a pedir asilo político en Gibraltar. Y que le den por saco a quien haya que darle por saco. Amén.