conversaciones en los limoneros

Lola del Castillo: “Se ha sido injusto con las artistas de la Generación del 70”

Se licenció en pintura por la Facultad de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid; se doctoró en la Universidad de La Laguna y fue profesora titular en la Facultad de Bellas Artes de esta última universidad
Lola del Castillo: "Se ha sido injusto con las artistas de la Generación del 70"

En el catálogo de su exposición antológica (1978-2022), celebrada en el Instituto de Canarias Cabrera Pinto de La Laguna, Lola del Castillo hizo un resumen de su vida artística, como miembro de la Generación del 70, para mí –y creo que para ella–, la gran olvidada. Nieta de Mariano de Cossío, Lola (La Laguna, 1952) ha pasado por etapas y estilos, siempre venerando el dibujo, lo cual es, sin duda, una herencia de su abuelo, aunque ella lo duda, en parte. Ha trabajado en pastel, óleo, grabado, jamás en la acuarela. Estoy con Lola del Castillo en Los Limoneros, hacía años que no coincidíamos. Se licenció en pintura por la Facultad de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid; se doctoró en la Universidad de La Laguna y fue profesora titular en la Facultad de Bellas Artes de esta última universidad, en la que ha desempeñado varios cargos de responsabilidad. Su hija y su nieto residen en Madrid, lo que genera largas estancias en la capital de España y le permite estar cerca del arte que allí se exhibe. ¿El último museo que ha visitado?, el de las Colecciones Reales, que elogia. Más de medio centenar de exposiciones individuales en su currículo y otras tantas colectivas, Lola del Castillo pertenece, por así decirlo, a la generación de la Sala Conca, pero también con presencia en galerías de Madrid, de Soria y saltos al extranjero para mostrar su obra: La Habana, el Líbano, Belgrado, Rabat. Su obra se encuentra repartida en colecciones de la Conca, el Museo Municipal de Santa Cruz, el patrimonio artístico de la Universidad de La Laguna, la Fundación CajaCananarias, el Museo de la Naturaleza y la Arqueología, T.A.E. Tenerife Espacio de las Artes, Biblioteca Nacional de Madrid y Fundación Alejo Carpentier de La Habana, entre otras. Y de mucha gente, como yo.


-¿Ha sido injusto el mundo del arte con la llamada Generación del 70?
“Creo que ha sido injusto durante mucho tiempo con las artistas que formamos parte de las exposiciones que tuvieron lugar en la Sala Conca y que estamos incluidas en esa generación”.


-¿Injusto para siempre?
“No, porque actualmente se ve un cierto reconocimiento a esa generación por parte de algunas personas como Yolanda Peralta, que está haciendo un rescate de las artistas de la Generación del 70 y de muchas otras mujeres artistas que permanecían en el olvido”.


-Lola, has ido pintando desde paisajes más domésticos (escaleras, ventanas) a un exterior de azul y de agua, como de Sorolla. ¿Podrías definir esa evolución?
“Siempre me han interesado aquellos temas que están relacionados con la geometría, con el espacio que nos rodea”.

-Pero el agua…
“Es cierto que en mis obras de los últimos años el agua ha tomado protagonismo”.


-¿Por qué?
“Me gusta, casi me obsesiona, plasmar esos instantes tan efímeros de mares y estanques y todos esos “dobleces” en forma de reflejos que se producen en ellos”.


-He leído en alguna parte que ser academicista coarta la libertad de un artista. ¿Te ocurre a ti?
“La enseñanza académica tiene una doble consecuencia”.


-¿Cuál?
“Por un lado, te deja poca libertad para expresarte libremente, estás sujeta a muchos cánones, pero por otro te ofrece una sólida base ya que se da una gran importancia al dibujo y al oficio de la pintura y eso va a ser más tarde el sostén de lo que va a ser tu propio camino”.


(Tengo varios cuadros de Lola del Castillo. Uno es una escalera que mediante un foco se ilumina y parece literalmente que estás subiendo por ella. En Guamasa tiene su estudio, en la casa de sus sueños. Su padre, don Paco del Castillo, director bancario, fue una persona de grato recuerdo para muchísima gente. Hablamos mucho de él en la conversación. Y de su madre. Y, naturalmente, de don Mariano de Cossío, su abuelo, un dibujante excelso. En el catálogo último de Lola del Castillo figura un dibujo de su abuelo: el patio del Instituto de Canarias Cabrera Pinto, que el otro día visité. En las escuelas traseras que se encontraban en el recinto recibió Lola las primeras enseñanzas, en su niñez. Y en su sala de arte presentó, muchos años después, su última exposición).


-¿Te ha influido en tu carrera ser nieta de Mariano de Cossío?
“Mariano de Cossío ha influido en mi familia, porque siempre hemos estado rodeados de arte”.


-¿Hay más artistas en ella?
“No, yo he sido la única que he seguido sus pasos como pintora, pero no se puede decir que haya influido en mi trayectoria; eso ha sido cosa mía. Él murió cuando yo tenía ocho años, aunque quizá algún gen sí que ha dejado en mí como artista. Nunca se sabe”.


(Largas estancias en Cuba, en el pasado, Lola conoció bien a muchos artistas de la isla caribeña, donde dejó muchos amigos. Cuando le pregunto por gente a la que está agradecida me habla de José Luis Arense, un galerista de Soria que promocionó sus cuadros “y me vendió muchos”, me dice. Tampoco he dicho que el 19 de enero de 2024 ingresará en la Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel).


-Supongo que con el aire de Guamasa pintarás muy relajada. Así da gusto.
“Yo pinto siempre por la tarde; y sí, estoy rodeada de tranquilidad, así que en ese aspecto soy una privilegiada”.


-¿Con qué eres más feliz, pintando al pastel, al óleo, con el dibujo o con los sistemas de estampación que has utilizado?
“Me gusta emplear varias técnicas en mis trabajos, pero donde me encuentro más cómoda es pintando al óleo”.


-¿Y cuándo te has sentido más plena?
“Siempre que me abstraigo convierto esos momentos en mágicos; es algo difícil de explicar, pero es verdad que esos momentos existen y que un artista debe aprovecharlos siempre”.


-Yo veo en tu obsesión por el dibujo influencias de Cossío. A lo mejor me estoy repitiendo.
“Para mí el dibujo tiene una gran importancia, siempre lo he dicho y lo mantengo”.


-Cuéntame.
“Si en una obra figurativa como la mía no hay un buen dibujo detrás, esa obra no se sostiene. Así que pongo todo mi empeño en él. Mi abuelo era un gran dibujante al que admiro y tengo siempre presente, por supuesto”.


(Cuando intento preguntarle sobre sus etapas y sobre los resultados de esas etapas, que van desde una escalera a una estancia de un aeropuerto o a la puerta de un ascensor, lo cual me parece muy difícil, Lola del Castillo no me responde. Me dice: “Agradezco tu opinión sobre lo que hago, pero yo no sé qué contestarte a esto”. Para mí que es sincera modestia, pero no quiero que la entrevista derive a un estudio crítico de su obra, que he seguido desde hace muchos años. La mía era como una admiración no confesada, porque hasta ahora no creo haber escrito nada sobre esta pintora excelente, quizá por ese olvido tradicional a la Generación del 70 en Canarias, del que ya hemos hablado antes y del que yo, involuntariamente, me había hecho cómplice).


-Por tus trazos parece vislumbrarse una vocación de arquitecta. ¿Me equivoco?
“No lo sé”.


-Se deduce de tu estilo, sobre todo de la etapa de estancias, de interiores.
“Tengo una etapa de muchos años en la que pinto y grabo aquellos espacios de “tierra de nadie” donde represento lugares por los que pasamos y nunca nos quedamos”.


-¿Por ejemplo?
“Pues aeropuertos, estaciones de tren, salas de espera, todos esos y muchos más”.


-¿Y qué sacas de ellos?
“Me interesa representarlos en esa ambigüedad que ofrecen unos suelos brillantes y pulidos, en los que toma protagonismo el reflejo”.


-Tiene sentido.
“Sí, porque me interesa el juego donde se confunde la realidad con lo que reflejan esos paisajes. Y entonces los pinto”.


(Hablamos de sus alumnos, algunos de los cuales ya han pasado por esta galería de entrevistas en Los Limoneros. Hablamos de las anécdotas de su padre, don Paco del Castillo, que participó activamente en la vida cultural lagunera, que era un hombre ilustrado y ocurrente. Lola tiene una hermana, no lo había dicho antes. Hablamos de algunos viajes y de actividades que ha cultivado, como el grabado. Hablamos de esas generaciones de pintores de las que nadie se acuerda, tan injustamente. Hablamos de las formas geométricas y volvemos a los “instantes efímeros”, como las formas del agua. Isidro Hernández escribió sobre ella en el catálogo del Cabrera Pinto: “La de Lola ha sido una trayectoria que encuentra en el oficio del dibujo y en el conocimiento material de la pintura sus principales fortalezas”. Ya el gran Pedro González se había ocupado de la pintura de Lola como “vigorosa y abierta”. Hablamos del destino de los fondos de la Galería Conca, que deben ser muy probablemente un tesoro, aunque ni ella ni yo conocemos su verdadero contenido. Charlar con esta mujer me parece muy grato, porque tiene cultura mundana y eso a mí me encanta, además de mi debilidad por lo que crea en sus cuadros. Se ha animado con el retrato en algunas ocasiones y en la galería de rectores de la Universidad de La Laguna ha pintado a dos de ellos. Como retratista me cita a Miguel Arocha, que es un maestro. Y en el catálogo último de Lola veo un retrato de parte de su cara, incluidos sus ojos, pintado en 1978, que me parece espléndido). Ella ha escrito:


“En las últimas exposiciones se puede apreciar un cambio de mirada. Salgo de los espacios interiores, de esas arquitecturas de líneas rectas y amplios lugares para fusionarme con la Naturaleza, buscando nuevas metas. Me impulsa todo aquello que, por bello, me atrae, como la llegada de las olas a nuestros litorales, los árboles y arbustos que guardan referencias con los lugares que habito o la riqueza de los reflejos en el agua de un mundo siempre húmedo, en un paisaje lleno de juegos especulares que también se hallaban en algunos suelos pulidos de mis obras anteriores, en los que no se sabe dónde acaba lo real y empieza lo reflejado”.


-Lola del Castillo, siempre entre pinceles, dijeron de ti.
“Así tituló Isidro Hernández su aportación al catálogo del Cabrera Pinto. Es verdad, pinto todas las tardes”.


-Pues esto es todo, amiga. A seguir trabajando.

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