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Los muebles

La verdadera esencia de una vivienda no es el edificio en sí, sino los muebles que alberga. Los muebles nos acercan al pasado y cuando uno percibe de cerca los muebles propios es cuando realmente se siente en casa: todo está a mano, todo es familiar, todo es cercano. César -González-Ruano- escribió tanto que también lo hizo sobre los muebles, sobre los objetos perdidos y encontrados y, constantemente, sobre las antigüedades que adquiría, casi a diario. Yo he circulado por las carreteras secundarias de España de Portugal y de Francia y he parado en anticuarios pueblerinos para comprar muebles y objetos innecesarios. De Portugal me traje una mesa redonda facturada en Iberia y otra mesita china de muchas gavetas en la que guardo mis variadas gafas, ninguna de las cuales me sirve para nada porque el covid mejoró mi visión. Los muebles, igual que los cuadros, son parte de la familia y si uno los tiene cerca es cuando realmente se siente en casa. Ya escribí una vez sobre la mesa de mi bisabuelo, de mi abuelo y de mi padre, en la que he encontrado recuerdos imborrables grabados sobre su valiosa estructura de caoba. Una mesa de cuatro generaciones alberga secretos difíciles de descifrar, pero ahí están, como la puerta de Alcalá. Experimento una placidez difícil de expresar en el momento en el que llego a mi casa y me encuentro con mis muebles, los de los Cáceres y los heredados, llenos de objetos olvidados y que no sirven para nada. Es el momento en el que me siento más seguro. Tengo un televisor con más de veinte años, enorme, y en ningún otro se ven mejor los partidos de fútbol. Lo compré en El Corte Inglés cuando me fiaban y yo creo que será el último. Da gusto llegar a casa.

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