después del paréntesis

Variaciones sobre Drácula y sus víctimas

Consideró el monstruo cuestionable la decisión de la niña. Se acercó a ella serio y sentencioso. Ya sé que en vano me pronuncio, le dijo, pero comprobará que el tiempo perdurará en el tiempo. La joven vio con sus pupilas dilatadas los ojos del leviatán, la catástrofe que se avecinaba. Y localizó montes helados, aves negras que vuelan y caminan en las noches mientras el vampiro sigiloso y severo se acerca. Su sacrifico no es inútil, dijo, el ciclo reparará al ciclo para que se sepa de lo inefable. Me está prohibido elegir, pero elijo. Y el elegir determina el que yo no haya de sucumbir después de tantos años de pérdidas por este próvido mundo. Ello a pesar de que usted no renuncie al terror por lo benigno que no conoce y que no comparte. Véase en mí y comprenda: en siglos y siglos he recorrido callejas, mansiones infames y residencias sublimes, camas de terciopelo con capiteles sentenciosos, almohadones de plumas de quetzal, puentes en la deriva, ríos de oropéndolas y playas de rocío. Créame, puedo ver el futuro, y a su inestable hermosura la contemplo atada a los rumores del palacio, urdida en el sillón de brazos diamantinos y espalda reluciente con cadencias de joyas y de oro, en el paseo por el laberinto de ramas recias, de flores y de fuentes encendidas. El bestial ya la toca y ella grita. Entonces la muchacha obtuvo del frente de su pecho, camuflado en la rica prenda que vestía, la estaca enhiesta. El monstruo la divisó ante la luz que lo cegaba y atisbó la muerte presa en el filo del puñal de madera. Pero su espíritu se inflamó y de su poder saltó al destino una excelsa potencia que detuvo la daga cerca de su corazón, muy cerca. Y habló hacia la tierna criatura presa de los movimientos imposibles: ¿el lobo es compasivo con los terneros, el león con las gacelas? ¿Por qué se me impone la mortalidad si soy perenne? ¿Qué nos diferencia a usted y mí si ambos luchamos por la supervivencia? El monstruo se acercó lentamente. Atenuó en sí el brillo de los ojos de la adolescente, el color del cabello castaño, la candidez de las mejillas y el rubor del cuello. Hasta allí los colmillos se acercaron. Y mordió y succionó hasta que la última gota de la caliente sangre cupo en su hocico. Cuando la operación concluyó, alzó el talle, tendió el largo manto negro con ribetes rojos y voló hacia el cielo en señal del triunfo sobre la noche. La niña quedó extendida en la esclusa del porche de su casa. Pero el fantasma de las sombras volverá; la belleza es una condición del viviente. Y entonces la virgen adusta acaso entenderá qué significa para los mortales la eternidad.

TE PUEDE INTERESAR