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“La crisis de Ecuador se debe al desmantelamiento del Estado”

DIARIO DE AVISOS conversa con la periodista ecuatoriana Carla Álvarez, que vive en el país una situación “sin precedentes” por el aumento de la criminalidad y el peso de las mafias
"La crisis de Ecuador se debe al desmantelamiento del Estado"

La periodista ecuatoriana Carla Álvarez lo tiene claro: lo que ocurre en Ecuador, con las bandas de narcos y otras sembrando el terror, secuestros en programas televisivos en directo, atentados coordinados, motines en prisiones, inseguridad, estado de excepción y de guerra interna, “no tiene precedentes y se debe a un conjunto de factores relacionados, pero principalmente al desmantelamiento del Estado desde la COVID en busca de reducir el gasto público”.


Según resalta, “nunca habíamos sufrido un ataque coordinado en varias ciudades ni que se capturara un programa de televisión en vivo en un canal importante. Hemos llegado a un extremo que ha aterrorizado a la población, la gente comenzó a salir de sus trabajos muy temprano para llegar a sus casas y resguardarse en todo el país”.


Preguntada sobre si esto era previsible, alude al crecimiento “vertiginoso en los índices de violencia del país, por lo que era de esperar. Quizás no esta violencia específica de ahora, pero sí en general porque las mafias vienen demostrando su poder, desafiando al Estado y comportándose como si no hubiera un control estatal”.


A su juicio, todo comienza a agravarse con la crisis económica por la pandemia. “El Gobierno comienza a desmantelar el Estado con eso de que consume mucho gasto público y hay que recortarlo. Le quitan presupuesto a las cárceles, la policía, al Ejército, al sistema de justicia y a tener una institucionalidad tan débil, un Estado con tan poca presencia que, de repente, las cárceles fueron autogobernadas por las mafias recluidas por gestión misma del Estado. La policía se corrompe porque no le pagan, no la dotan bien o por voluntad propia. La justicia empieza a ser corrompida y Ecuador se ha convertido en un caso emblemático de que, cuando el Estado se repliega, el crimen puede crecer”, indica.


De seguir esta deriva, no descarta que acabe como estado fallido, “algo totalmente impensable hace años”. No obstante, de momento cree que la situación se limita a un Estado “que no está funcionando adecuadamente porque, además del crimen organizado, tenemos otros problemas que ponen en duda su funcionamiento, como un bárbaro desempleo, una población juvenil que ni estudia ni trabaja y que no tiene espacio en las universidades no porque no quiera, sino porque no puede acceder a los cupos. Se necesita crear empleo juvenil y esto agrava el azote de la criminalidad, lo que ha hecho que muchas familias emigren”.


En este sentido, hace un parangón con Canarias. “A sus islas llegan 30.000 migrantes al año desde África, pero aquí, en los seis primeros meses de 2023, otros 30.000 ecuatorianos huyeron por el paso de Panamá, el más peligros del mundo, para llegar a EE.UU., aunque muchos no lo logran, ya sea por morir en el paso, dado que les matan porque te conviertes en vulnerable, porque no resististe, porque te cogió la patrulla… Hay mucha gente muy valiente que, con tal de no quedarse y no ser parte de las mafias o por sobrevivir, lo intenta aun a costa de su vida, lo que prueba que la situación ha sido muy complicada en los últimos cinco años, devastadores por contraerse el Estado”.


Cuestionada por el nuevo presidente (Daniel Noboa), que ganó hace tres meses, lo exculpa, “aunque tiene una visión muy liberal. La cosecha es de los gobiernos anteriores. Noboa se posiciona más allá de la fuerte polarización entre correístas y anticorreístas. Él quiere un pacto sin estos odios, meter a todos en el Gobierno y hacer las leyes. Ha sido una novedad, un respiro para el país, que ha venido evenenándose, pero, claro, su problema es que tiene muy poca experiencia con lo público. Hay que darle tiempo y ver cómo evolucionan sus decisiones”.


Pero, ¿controla el país? “Lo hace con la fuerza; está apagando un incendio declarando el estado de excepción, que permite el uso de las Fuerzas Armadas para controlar las ciudades y destinar recursos extraordinarios. Además, declaró el estado de guerra interna, lo que implica que el Ejército puede actuar con toda su letalidad contra las bandas, algo aplaudido hasta por los opositores, si bien no puede durar por los efectos del uso excesivo de la fuerza frente a los derechos humanos y su coste”.


A diferencia de otras lecturas, desliga la situación a la dolorización, que recuerda que ocurre desde 1999, y alude a la inflación y emigración de países como Venezuela: “Siempre fuimos atractivos para el lavado de dinero de las bandas, pero nunca habíamos llegado a esto. La dolorización explica las bandas, pero no este nivel criminal”.


¿Y hay nostalgia de Correa? “Están sus odiadores, que le echan la culpa de todo, y los que estamos en el otro lado y hacemos evaluaciones ecuánimes para señalar que, con él, hubo un Estado y políticas públicas grandes y, sobre todo, eficientes, con registros de datos, una policía bien equipada, acciones coordinadas, un mejor manejo de las cárceles… Esto es indiscutible, los números hablan y, sobre todo, bajó la tasa de violencia de forma significativa: de 18 muertes por 100.00 habitantes a 5,8, lo que fue estudiado en América Latina. Éramos un referente de paz y eficiencia en las decisiones y, ahora, pasamos a 40 muertes, un crecimiento brutal en cinco años, lo que nos convierte en otro caso de estudio”.


Sobre el futuro, duda de que vuelva Correa, “aunque sea el político más valorado, pero está aún impedido para venir”. Eso sí, tampoco ve elecciones anticipadas: “Noboa estará un año en funciones y, si sale antes, sería una crisis brutal para el país. Creo que habrá estabilidad, hay un pacto con los opositores y no veo tampoco un golpe de Estado porque le apoya el Ejército”.

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