tribuna

¿Perinquén, perenquén, pracan, sarimpenque o salamanca?

Por Marcial Morera | Hay personas que suelen preguntarse en serio cuál es en Canarias el nombre correcto del pequeño saurio del grupo de los gecónidos que en el español general suele denominarse salamanquesa: ¿perinquén, como suelen decir en Lanzarote y Fuerteventura?; ¿perenquén, como suele llamársele en Gran Canaria, Tenerife y El Hierro?; ¿pracan, como dicen los gomeros?; ¿sarimpenquén (sarimpenquen o sarimpenque) como lo llaman algunos grancanarios?; (o salamanca, como dicen los palmeros?

La respuesta a esta pregunta es obvia: dicho animalito no tiene en Canarias un solo nombre correcto, sino cinco: perinquén, que es el nombre correcto en las islas orientales; perenquén, que es el nombre correcto en las islas centrales y El Hierro; pracan, que es el nombre correcto en la isla de La Gomera; sarimpenque, que es el nombre correcto para algunos grancanarios; y salamanca, que es el nombre correcto en La Palma, como tan certeramente señala la Academia Canaria de la Lengua en su obra “Dudas más frecuentes sobre el español de Canarias”.

Si dejamos al margen la forma palmera salamanca, que tiene origen aparte, se trata, con toda seguridad, de soluciones fonéticas distintas de una misma forma originaria, muy probablemente de procedencia guanche, que desconocemos, a pesar del esfuerzo de los guanchólogos por encontrarles un paralelo en las lenguas bereberes, de donde procedían la o las que hablaban los antiguos habitantes del Archipiélago. En las islas orientales, adquirió la forma perinquén, con vocal aguda cerrada. En las centrales, la forma perenquén, con vocal aguda abierta.

En La Gomera, la forma pracan, con solo dos sílabas, presididas por la vocal más abierta del español. Y en Gran Canaria, la forma sarimpenque, con incremento silábico y metátesis de la líquida y la oclusiva labial. ¿Cuál de estas cuatro soluciones fonéticas es la más antigua?
Teniendo en cuenta que la mayor parte de los nombres comunes (por ejemplo, gofio, beletén, goro, tajorase, gambuesa, puipana, tabaiba, chagüiguo, pírgano, guirre, tafeña, tagala, taferte, tasufre, teberite, taro, tamarco…), no los topónimos, de procedencia guanche fueron adaptados a los patrones fónicos, gramaticales y léxicos de la lengua española en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, que, junto con El Hierro y La Gomera, fueron las primeras en ser conquistadas por los europeos (casi cien años antes que lo hicieran las de realengo), lo más probable es que las más antiguas de las cuatro formas citadas sean la oriental perinquén y la gomera pracan, que debieron de adaptarse a la lengua de los conquistadores de forma independiente.

El hecho de que Viera solo recoja la variante perinquén en su excelente “Diccionario de historia natural de las Islas Canarias” podría querer decir que hasta finales del siglo XVIII o principios del XIX por lo menos era la que tenía mayor vigencia. Por el contrario, las forma perenquén de las islas de Gran Canaria, Tenerife y El Hierro no parece ser otra cosa que una variante de la forma perinquén, con abertura de la vocal /i/. Por su parte, la forma sarimpenque parece proceder de la combinación san perinquén (que emplearían los grancanarios para congraciarse con un animalito al que tantas supersticiones se le atribuyen) con aglutinación en una sola palabra de sus dos constituyentes, metátesis de las sílabas pe y rin y desplazamiento acentual.

La enseñanza que se deriva del asunto que nos ocupa es doble. En primer lugar, se deriva la enseñanza de que todas las expresiones de una lengua son igualmente correctas, tanto desde el punto de vista sincrónico como desde el punto de vista diacrónico. Desde el punto de vista sincrónico, son igualmente legítimas, porque son las que hacen posible la comunicación entre las gentes que las emplean.

Que una palabra sea legítima no depende de si aparece recogida en tales o cuales repertorios lexicográficos o si la emplean tales o cuales grupos sociales, sino de si permite establecer comunicación inequívoca entre los que la emplean. Desde el punto de vista diacrónico, son igualmente legítimas, porque todas ellas no son otra cosa que eslabones de una misma cadena histórica, que solo se encuentra completa en su totalidad. De ser cierta nuestra hipótesis, las variantes perenquén y sarimpenque no se explicarían sin la variante perinquén.

Las lenguas naturales no son sistemas monolíticos de expresiones únicas, sino sistemas de variantes en pugna permanente, para imponerse a las demás. Y, en segundo lugar, nos enseña el asunto que nos ocupa que, por lo general, las variantes que triunfan en la mencionada disputa no son siempre las originarias o las más antiguas, sino las que más alcanzan más prestigio, el cual se basa, como bien sabido es, en el dinero, el poder y, a veces, el número de personas que formen el grupo humano que las emplea.

Eso es precisamente lo que ocurre en Canarias, donde las variantes lingüísticas que suelen generalizarse son las de las islas centrales, que, por su importancia política, económica, social, poblacional y urbana, son las que mayor prestigio ostentan.

*Académico fundador de la Academia Canaria de la Lengua

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