Por Eva Castillo / En el último año hemos perdido demasiados compañeros de profesión, a los que no he dedicado ninguna palabra pública, porque soy incapaz de escribir algo con el fundamento y la distancia que requiere, pero esta vez no puedo quedarme callada, porque Fran Domínguez, subdirector de este periódico, fue uno de los profesionales que, hace casi dos décadas, me otorgó el privilegio de tener este espacio, cada semana. La ilusión era aún mayor porque, como saben, DIARIO DE AVISOS es un periódico vinculado a los palmeros, pioneros en esto de la información en Canarias, como lo fueron en otros ámbitos, y me emocionaba escribir en el decano de la prensa que nació en mi tierra natal.
Cuando se cumplieron diez años del suplemento cultural DTRULENQUE, Fran quiso hacer una fiesta con todos los colaboradores, pero aquello se nos quedó en el tintero, como tantas cosas en esta profesión. Porque a los periodistas se nos diluye el tiempo en las manos, como a todos, supongo; siempre hay un acto que cubrir, un artículo que no hemos terminado. Incluso si coincidieran los horarios dispares y pudiéramos reunirnos al menos una vez al año, como otros colectivos, parte del respetable tendría que quitar fotos, escribir o atender una llamada de última hora.
A Fran Domínguez quizás ustedes no lo conocieran y puede que ni siquiera se den cuenta de la falta que nos va a hacer a partir de ahora, porque era uno de esos periodistas que trabajaba mucho, muchísimo, detrás de las cámaras. Es tan raro encontrar una persona que no quiera alimentar su ego, todo lo contrario, que haga de la humildad una virtud, que es ahí, justo, donde radica su grandeza. Fran era muy sabio, y prefería el conocimiento al reconocimiento. Por eso, en esta sociedad de supuestos influyentes, con el selfie siempre a mano, más importantes son las figuras que prefieren trabajar fuera de los focos, que esperan, siempre al quite, para ayudar a terminar un artículo a los compañeros, o para ponerle ironía a un inconveniente, o para sonreír siempre. Ni ustedes ni muchos de los nuevos periodistas lo saben, pero a Fran lo vamos a echar mucho de menos, porque ha muerto uno de esos profesionales que buscaba la calidad de lo escrito, que respetaba la palabra.
No quiero ni pensar en cómo estarán enfrentando el trabajo en la redacción quienes compartían, día a día, ese espacio a veces caótico, en especial Santiago Toste, también defensor y miembro de la familia del DTRULENQUE. Cuando se pierde a quien ha formado parte durante media vida del ámbito laboral, ese en el que se pasan a veces más horas que con la familia y los amigos, se produce una extraña sensación durante los primeros meses. Te quedas mirando el móvil a la espera de una llamada que la razón te dice que no va a llegar, pero la mente continúa esperando. Hace unos días, un gran columnista, el periodista Alberto Lemus y yo hacíamos un pacto: no dejar de escribir nunca. Tú lo cumpliste, hasta tu último aliento.