Hace hoy 47 años, un Jumbo de la compañía holandesa KLM, que despegaba, y otro de la americana Pam-Am, que operaba en la pista principal del aeropuerto de Los Rodeos, chocaron a causa de una serie de errores humanos y de casualidades mortales que se refieren en el informe oficial del accidente aéreo -más bien de tráfico- más grave de la historia. Un total de 583 personas fallecieron y solo se salvaron 61 pasajeros del avión americano.
Aquel 27 de marzo de 1977 de intensa niebla ha dejado una huella imborrable en la memoria de los tinerfeños. Las terribles imágenes del desastre se difundieron por todo el mundo, impactando a todos los espectadores. En medio de los escombros del avión, solo se vislumbraba la cola y el tren de aterrizaje envueltos en llamas. Los cuerpos quedaron irreconocibles, consumidos por el fuego, y fueron llevados a un hangar en el aeródromo. Alemania se sumió en la conmoción mientras que periodistas de toda Europa llegaban a la isla para cubrir el evento. El Papa Pablo VI expresó sus condolencias a través de un mensaje dirigido al obispo de la diócesis de Tenerife, Luis Franco Cascón.
Se especuló sobre las causas del accidente, considerado el más devastador en la historia de la aviación española hasta ese momento. Se sugirió que podría haber sido debido a una pérdida de control causada por un posible fallo técnico y las adversas condiciones climáticas, con una visibilidad prácticamente nula. Este trágico suceso sería el segundo de una serie de graves accidentes que ocurrieron en el aeropuerto de Los Rodeos en los años siguientes, incluyendo la peor catástrofe de la aviación comercial, que resultó en la colisión de dos jumbos y causó la muerte de 583 personas.
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