superconfidencial

Hablar alto

Siempre cita Juan-Manuel García Ramos a Borges cuando dice que el español habla alto, como quien jamás ha albergado la duda. No le faltaba razón al escritor argentino porque el godo, con su prepotencia habitual, y el canario, con su voz de corrida de barranco, hacen imposible que a uno se le entienda algo cuando intenta mantener una conversación en los guachinches. La algarabía es tal, que los diálogos se atraviesan, las palabras se pierden y los oídos estallan en mil pedazos. Terminas la comida con sensación de mal humor y digestión pesada. Cuando se muestra más insufrible el canario es cuando le habla a un extranjero, porque chilla, gesticula, pone los verbos en infinitivo y se come los artículos (“tú ir recto por derecha”), creyendo que, así, el guiri lo entiende; e incluso, en ocasiones, se convence el dicente de que domina el idioma del otro a la perfección. No existe jerga más horrorosa que el pichinglis, que es como el euskera de los canarios; porque ya saben que dicen que el euskera se perdió y que el que se habla en las Vascongadas es uno nuevo que se inventaron en las ikastolas, lo cual me parece muy ingenioso. Decir esto me traerá, sin duda, alguna complicación, aunque yo paso de todo, incluso de la manera de expresarnos los demás y yo. ¿Para qué, si no me van a conceder jamás el premio Canarias? Pero no existe la menor duda de que el mago grita cuando se comunica con un inglés y de que el godo habla alto, como quien jamás ha albergado la duda, como dijo Borges y recuerda Juan-Manuel, que lo ha estudiado a fondo. En fin, tonterías de la Semana Santa que a uno se le ocurren cuando no tiene nada que hacer.

TE PUEDE INTERESAR