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Deprisa y corriendo

Más preocupado de mi salud que del puto folio, hoy el artículo me coge a contrapié. Negado como estoy a escribir de política, acabada la Liga, sin ganas de viajar y con pocos deseos de salir a la calle, lo único que me provocaría contarles es nada, así que voy a echarle imaginación. Y es que esta mañana me levanté, despavorido, sin poder respirar y con falta de aire, a pesar de que mi oxímetro marcaba el 98%, que es un dato positivo, de acuerdo con mi edad. Se resolvió bebiendo un vaso de agua, que bajó bien y me alivió de la sequedad de garganta que me impedía respirar, probablemente producida por la cantidad de pastillas que me tomé la noche anterior para aliviar la tos. Llevo tres semanas con catarro y estoy mejor pero no curado del todo. Ya me advirtió el doctor Alarcó, mi lujoso médico de cabecera, que me duraría un mes. Por cierto, que Alarcó está haciendo su cuarto doctorado, esta vez en filosofía. Conozco a pocas personas que son cuatro veces doctores y Antonio, que pronto será adjunto a la diputada del común, es uno de ellos. No se cansa de estudiar, ni de dar cursos a nivel internacional. El último lo está impartiendo hoy, por videoconferencia, sobre robótica y telemedicina, con 90 alumnos de toda España y alguno de fuera. Llegará un día en que uno asista a los congresos desde su casa, aunque el cachondeíto que se monta en los congresos no lo disfruta uno en la vivienda. No hablo por Antonio, que es muy serio. En fin, que lo que quiero es llegar al lunes sin este catarro pertinaz, más pertinaz que la sequía de Franco, y sin tos, que me deje dar una vueltita por ahí y no me fastidie el inicio del verano. Y ya está.

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