editorial

El sol vuelve a salir para Sánchez

Sánchez se zafó, una vez más, del asedio de la derecha en las elecciones europeas españolas
Pedro Sánchez

Sánchez se zafó, una vez más, del asedio de la derecha en las elecciones europeas españolas, reescribiendo, como entonces, un relato que desde el PP se dio por sentado el pasado 23 de julio, cuando Feijóo confiaba en “enterrar el sanchismo”, pero no logró la investidura que le aseguraban las encuestas.

Ayer tampoco doblegó con nitidez al líder socialista, en los términos de su apuesta, que no era otra que convertir las elecciones europeas en un plebiscito sobre Pedro Sánchez. Solo dos escaños separan al PP (22) del PSOE (20), apenas una fina línea entre los dos. Sánchez, ante los varapalos sufridos por Emmanuel Macron en Francia y Olaf Scholz en Alemania, se convierte en el principal líder socialista europeo.

Este domingo, toda la Unión Europea ha vivido aquella atmósfera española de hace casi un año, con temor a que el ascenso de la ultraderecha pusiera fin a la Gran Coalición de conservadores y socialistas que rige históricamente los destinos de Europa. Las espadas están en alto. La conservadora alemana Ursula von der Leyen, que preside la Comisión Europa, podría tejer una mayoría con sus actuales socios progresistas o incluir, excepcionalmente, a la ultraderechista italiana Meloni, la única de su espectro que apoya a Ucrania y se opone a Rusia en su pulso con la UE.

Las urnas confirman lo que se presumía: el auge de la ola ultra, con siglas euroescépticas o eurófobas, contrarias al proyecto europeo, pero, a su vez, según los sondeos, otorgaban a populares, socialdemócratas, liberales y verdes (la gran familia de europeístas) la mayoría de la Eurocámara y la posibilidad de seguir gobernando juntos. No obstante, se perfila un Parlamento Europeo con mayor contestación, que predice dificultades para políticas nucleares de ámbito europeo; entre otras, las referidas al cambio climático o la migración.

De manera que, en clave canaria, con el nuevo mapa político europeo, cabe temer un retroceso en la respuesta al fenómeno migratorio en la Eurocámara, con una mayor presencia de partidos xenófobos. El ya de por sí restrictivo Pacto de Migración y Asilo en Europa, aprobado in extremis por el Parlamento saliente, podría verse sometido a presiones que en la práctica lo condenaran al fracaso. La llegada de cayucos de África a Canarias, que este año prevé batir todos los récords, con más de 70.000 migrantes, no contaría, de ser así, con la mejor predisposición hacia las políticas de acogida en los 27 estados miembros, lo que agrava de antemano este fenómeno, a falta todavía de que en España los grandes partidos respalden en el Congreso la reforma de la Ley de Extranjería, que promueve el ministro canario Ángel Víctor Torres, para el reparto de menores no acompañados que en la actualidad (más de 5.500 niños) tutela el Archipiélago en solitario.

La ultraderecha liderada por Le Pen arrasó en Francia, y Macron anunció ipso facto la disolución de la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas para este mes. En Alemania, la Afd supera a la socialdemocracia del canciller Scholz, detrás de la oposición conservadora. Esta doble foto refleja un giro ultranacionalista en el corazón de Europa, el eje francoalemán, que marca el paso en Bruselas. Todo un síntoma de los nuevos aires que soplan desde ayer en el Parlamento Europeo.

La ola nacionalpopulista antieuropea no era una suposición. Pero Europa, enfrentada a desafíos que ponen en juego la propia existencia de la UE, bajo un clima de confrontación bélica y de nueva Guerra Fría, ha de hilar fino desde hoy lunes para cortar el vuelo a partidos prorrusos en alza que aspiran a debilitar las instituciones comunitarias en un momento crítico, donde están en juego los más graves retos para la paz y la convivencia.

El margen tan corto en España entre los dos grandes adversarios políticos, PSOE-PP, Sánchez-Feijóo, desactiva la conjetura de la derecha sobre la capacidad de continuidad del sanchismo y, por consiguiente, la hipótesis de unas nuevas elecciones generales a corto plazo. En términos de liderazgo, para Pedro Sánchez significa un alivio personal frente a Feijóo, que en esta ocasión no ha dudado en transitar terrenos enfangados como el ataque directo a la esposa del presidente, Begoña Gómez, sobre sus actividades profesionales, pese a tener que basarse en una denuncia orquestada por un sindicato de ultraderecha, sin fundamento según la UCO de la Guardia Civil.

El escenario que arrojan las urnas era el más temido en el PP, cuyo director de campaña, Esteban González Pons, ya había advertido el viernes que si Sánchez resistía y empataba “se queda y nosotros… no voy a decir cómo, pero también”. El drama popular por un escrutinio ajustado reside en la quiebra de los planes de Génova de provocar la caída del Gobierno y forzar nuevas elecciones, ya que, de lo contrario, la legislatura, que ahora se reanudaría con el horizonte electoral despejado, no reserva nada bueno para el PP ni para Feijóo, que parece haber tocado techo.

Los socialistas canarios ganan y afean esta vez a los populares con un resultado que sobresale en el conjunto nacional. Carlos Alonso, el candidato de CC, partido que gobierna la comunidad autónoma, no logra el escaño, como tampoco Lorena Pérez, de Nueva Canarias (ambos en coaliciones de ámbito estatal), como era de prever a priori en unos comicios de circunscripción única. Juan Fernando López Aguilar (PSOE) y Gabriel Mato (PP) renuevan como eurodiputados, consolidándose una cuota canaria experimentada en Bruselas y Estrasburgo para un período decisivo como el que ahora arranca.

En un año mega electoral que somete al veredicto popular a medio planeta, esta convocatoria europea tenía carácter histórico, diríase que tanto para la UE como para España, ante la incógnita sobre el aforo real de la ultraderecha. Varios gobiernos nacionales habían dado la señal de alarma, ante su llegada al poder, algo que estuvo a punto de suceder en España tras el 23J entre el PP y Vox, que, en su defecto, se consorciaron en cinco comunidades autónomas y más de 140 ayuntamientos.

España ha vivido casi un semestre bajo un clima de polarización inédito, que llevó al presidente al borde de la dimisión, tras la denuncia contra su esposa mediante una carta pública y un período de reflexión de cinco días. El contexto, calificado de “fango” por Sánchez, desemboca ahora en lo que podría ser la primera gran zona valle de esta legislatura, tras la sucesión de comicios en Galicia, País Vasco, Cataluña (donde ayer el PSC cerró un ciclo histórico de victorias) y ahora Europa.

El Gobierno, tras sortear este último obstáculo, puede aspirar a atar la presidencia catalana en manos de Salvador Illa (PSOE) y abordar las negociaciones de los próximos Presupuestos. A su vez, PSOE y Sumar están en condiciones de acometer toda una agenda legislativa aparcada por la inestabilidad electoral hasta ahora.

Tanto en clave europea como española, el desenlace de este test conducía a una etapa nueva en el curso de la historia reciente. Para bien o para mal. El motivo no era ni es otro que el clima bélico en Europa y en Próximo Oriente, con las guerras interminables de Ucrania y Gaza, y sus consecuencias geopolíticas, económicas y sociales en un marco tensionado ya de por sí tras la Gran Recesión y la pandemia en este cuarto de siglo. Europa anhela un lustro de calma, tan arduo en las circunstancias actuales, y es consciente del alto riesgo de inseguridad que atraviesa frente a un vecino como Rusia. De ahí que el inmediato objetivo sea dotarse de un mecanismo de defensa propio, ante la incertidumbre sobre el papel de la OTAN de ganar Trump las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos.

Sin duda, una de las sorpresas mayúsculas del primer aniversario del 23J, a punto de cumplirse, es la progresiva pérdida de fuelle político del principal caballo de batalla de la oposición, la amnistía al procés. La ley, que parecía inviable, fue aprobada en el Congreso el 30 de mayo y, sin embargo, pasó prácticamente desapercibida durante la campaña, desplazada por la súbita irrupción de la denuncia contra Begoña Gómez. El líder popular, Núñez Feijóo, cambió de caballo en mitad del río.

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