tribuna

Hay cronistas y cronistas

Por Carlos Acosta García.| He de reconocer que mi pasado y breve trabajo en este espacio ha producido serios antagonismos entre determinados lectores. No aceptaron mi versión sobre la llegada a Tenerife del teléfono automático. Espero tener hoy más suerte, sobre todo por el hecho de que voy a tratar un tema menos trascendente: hablaré de fútbol. Deseo comunicar a los lectores algo en relación con la llegada a Tenerife del deporte llamado fútbol, de forma especial en su relación con Garachico. Ocurre que el veterano cronista Juan Arencibia de Torres, en su libro Historia del fútbol en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, publicado en el año 1993, no se quedó corto a la hora de narrarnos el triste episodio. En la página 10 del primer tomo, me ha sido posible leer este terrible comentario, en relación con el deporte balompédico en esta Villa. “Cuando los partidos se disputaban en la plaza de Santo Domingo, un jugador llamado Hermógenes le dio un rodillazo en el estómago a otro, llamado Florencio Rodríguez Suárez, a consecuencia del cual murió”. ¡Asombroso! Jamás escuché tal anécdota en Garachico. ¡En ninguna época! Conocí, además, y traté a un antiguo jugador del Gara llamado Hermógenes Arocha, padre de varios amigos personales de quien esto escribe, y puedo afirmar que era un auténtico caballero. ¿Resulta más cómodo, amigos, más sencillo, creer en la autenticidad de esta cruel anécdota antes que la ofrecida por mí recientemente en relación con la llegada a la isla del teléfono automático?

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