avisos políticos

Jugar a la política

La destrucción desde dentro de Unión Progreso y Democracia (UPyD) por la autocracia y la torpeza de Rosa Díez, que propició la elección de Rodríguez Zapatero cuando intentó sin posibilidades la secretaría general del PSOE y le restó unos votos al socialdemócrata José Bono, se consideraba el mejor ejemplo de suicidio político de un partido y de incompetencia de un líder, pero Ciudadanos lo ha superado ampliamente. Resulta casi increíble comprobar cómo una fuerza política que llegó a tener casi sesenta diputados nacionales se ha debatido entre bandazos estratégicos poco serios, guerras internas y peleas de patio de colegio, que lo convirtieron en impredecible y carente de la menor credibilidad. Incluso en Tenerife, hace unos años, sufrimos una historieta de expulsiones del partido y demás, que no mereció ninguna atención y pusieron a los socialistas tinerfeños en peligro de contaminarse con tontadas procedentes de la nada. También debieron tomar lecciones de democracia y de aceptación de las mayorías, que es uno de sus requisitos más importantes.

Es necesario repetir una vez más que Ciudadanos y Podemos no han aportado a la política española más que graves problemas añadidos. De un partido antisistema como Podemos era de esperar, pero Ciudadanos despertó unas expectativas en su primera época que se revelaron muy infundadas. Y sus efectos en el sistema político llegaron a ser similares a los de un partido antisistema en cuanto a desestabilización política. No en vano, nuestro bipartidismo imperfecto nos aportó cuarenta años de estabilidad y progreso, y las más antiguas y genuinas democracias del mundo tienen sistemas bipartidistas. El pluripartidismo requiere una tradición y una cultura política, una orientación a valores de diálogo y consenso, y una clase política que hoy no solo están fuera de nuestro alcance, sino que son contrarios a nuestra historia, nuestra tradición y nuestra cultura. Vox y Sumar nos lo recuerdan ahora constantemente.

En definitiva, las historias para sonreír de Ciudadanos, cuando todavía era un partido, nos hacían cierta gracia -y nos causaban alarma- las estupideces políticas de su líder, que ha demostrado tener vocación de famoso de revista -y programa- del corazón. Aterra constatar que, si se hubiera reunido con Pedro Sánchez en lugar de negarse a hacerlo reiteradamente, se hubiese convertido en vicepresidente y evitado el Gobierno de coalición que sufrimos. Yolanda Díaz tiene mucho que agradecerle. Fue una estúpida manera de tirar todo el capital político y toda la credibilidad que había ganado en muy poco tiempo. Y, por desgracia, sus sucesores -y sucesora- al frente del partido lo han hecho todavía peor. Ahora Ciudadanos se ha convertido en un grupo mal avenido de personajes en busca de autor, un grupo que acaba de sufrir su enésima derrota electoral en las recientes elecciones, que lo han borrado del Parlamento europeo y que no paran de abandonar cada vez más militantes. Y no es mala cosa abandonar la nada, todo lo contrario. A pesar de ello, sus actuales dirigentes aseguran que seguirán presentándose a las futuras elecciones, es decir, que seguirán jugando a la política y a ser un partido de verdad.

TE PUEDE INTERESAR