garachico en la historia

Otra vez el teléfono

Por Carlos Acosta García

Entre 1944 y 1946, estudié en La Laguna tres cursos de aquel bachillerato de siete cursos y reválida. La dirección que don Agustín Cabrera llevaba a cabo en el instituto era magnífica. Lo recuerdo con veneración. Un día, estaba yo en la calle de La Carrera y tuve necesidad de hablar por teléfono con mi familia, radicada en Garachico, y decidí entrar en un comercio donde había un teléfono público, desde el que se podía hablar pagando una pequeña cantidad de pesetas. Antes de acercarme al aparato, decidí preguntar al señor que estaba tras el mostrador.

-Por favor: ¿debo descolgar antes y señalar después el número o se hace todo al revés?

Y me contestó, muy sorprendido, el señor que dirigía el comercio:

-¿Pero usted nunca ha hablado por teléfono en toda su vida?

-Sí, señor, desde hace muchísimo tiempo, pero he utilizado siempre el teléfono automático.

-¡Ah, es usted peninsular;

-No, señor, soy de Garachico.
-¿Y me va a decir usted que Garachico tiene teléfono automático, si no lo tenemos en la ciudad universitaria ni en la capital de la Provincia?

-Mire usted: cuando yo tenía cuatro o cinco años de vida, mis padres colocaron en casa, como lo colocaron también varias familias del municipio, el dichoso teléfono. Así que estoy acostumbrado a utilizarlo y no sé cómo funciona este que usted me ofrece.

-El señor puso cara de asombro. Y como lo encontré muy disgustado, le dije:

-No se preocupe. Pronto habrá automático también en esta zona.
Y el señor del comercio pareció tranquilizarse.

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