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Ramón Gener: “Cuando la música suena, todas las diferencias desaparecen y compartimos emociones que no se pueden comprar ni empaquetar”

El músico, escritor y divulgador, que el 10 de julio regresa a la Isla para presentar los títulos de la nueva temporada de Ópera de Tenerife, publica su primera novela, 'Historia de un piano'
Ramón Gener, junto a su piano, protagonista de su debut en la novela. / DA

Ramón Gener (Barcelona, 1967) ha publicado su primera novela, Historia de un piano. 31887 (Columna Edicions y Ediciones Destino, 2024), un viaje por la historia y por historias, con el que obtuvo el Premi Ramon Llull de las letras catalanas. El músico, escritor y divulgador cultural mantiene un vínculo artístico con la Isla, presentando los títulos que conforman la programación de Ópera de Tenerife mediante una suerte de charlas-conciertos. Prueba de ello es que el 10 de julio (19.30 horas) estará en la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife, con el objetivo de abordar la temporada 2024-2025, en un encuentro que se titula Tu lugar en la ópera.

-Podemos entender que ‘Historia de un piano’ es el resultado de la pasión por la música, por el arte, de su autor. Pero ya que tenemos la oportunidad de hablar con él, ¿qué diría que revela esta obra?
“Es la biografía de un instrumento de más de cien años. Una biografía que pasa por Alemania, por Francia, por Inglaterra, por Polonia y, finalmente, llega a España. En todo ese itinerario, va explicando no solo su propia historia, sino también la historia de todos los que han vivido a su alrededor. Lo que, en el fondo, es contar la historia del siglo XX”.

“Escribir un ensayo es navegar por un río, la corriente va en una dirección; pero en una novela estás en el océano y todo puede pasar”

-Si ‘Historia de un piano’ son muchas historias, relatos que se entrelazan en torno a un instrumento muy singular, ¿qué música suena en la novela?
“Tiene muchísimas músicas, porque todas las personas que han vivido en torno a ese piano las han interpretado en él. Pero, más allá de ellas, Historia de un piano. 31887 está llena de otras melodías. No obstante, es cierto que hay dos piezas que sobresalen sobre las demás. Cada una por un motivo distinto. La primera es una composición que el piano siempre pide que alguien toque. Este instrumento tiene una especie de voz propia y en algunos momentos nos ha pedido, a quienes hemos estado junto a él, que toquemos el Nocturno, opus 9, número 2, de Chopin. Eso, por un lado. Por el otro, hay una pieza que le ha acompañado, pero que nadie consigue interpretar. Es de un compositor francés y creo que sería mejor no desvelar [ríe]”.

-Es su primera novela. ¿Cuál fue el punto de partida, el estímulo, que le llevó a escribirla?
“El propio piano, el que tengo en casa. Cuando lo compré estaba en mal estado y, una vez que logré el dinero necesario para restaurarlo, fueron apareciendo cosas en él. La primera, el número de serie, 31887, de ahí el subtítulo de la novela. Después surgió una segunda cosa, que tampoco deberíamos desvelar. Ese secreto es el pistoletazo de salida: intentar averiguar por qué está eso ahí, quién lo puso ahí y cuándo lo hizo… Esto es lo que a uno le anima a ponerse a investigar y a intentar saber el porqué de ese misterio. Y cuando uno descubre el enigma, pues le aparece justo toda la historia del piano y de los personajes que lo han acompañado”.

“En esta novela, el piano explica su historia y la de todos los que han vivido junto a él; la historia, en suma, del siglo XX”

-El relato transcurre, en buena medida, en un tiempo convulso para Europa. Una época en la que podemos hallar paralelismos con la actual. También habla de esperanza. ¿Cómo puede salvarnos la música, la cultura, a quienes habitamos este mundo?
“¡Pobre de mí! Si lo supiera, seguramente sería el hombre más rico del planeta [ríe]. La música es lo intangible; produce todas esas emociones que no se pueden empaquetar, que no se pueden envolver, que no se pueden guardar en una bolsa, que no se pueden comprar con dinero. Ese poder, el de emocionarnos, independientemente de cómo seamos o de qué hayamos estudiado, o de si somos más o menos cultivados, o de dónde vivamos…, es el que consigue, de algún modo, salvarnos. Eso es lo que hace el piano, porque primero se encuentra en el bando alemán y después en el británico. Gracias a la música que sale de él, salva, hermana, a todos los que viven a su alrededor. Y eso lo hace, simplemente, porque es un instrumento musical. Cuando la música suena, todas las diferencias desaparecen”.

-¿Qué fue lo más desafiante de este proyecto? ¿La documentación, la construcción de los personajes, la planificación…?
“Reconstruir la historia. Algo que, naturalmente, no consigues nunca. O solo lo logras hasta cierto punto. Vas a Alemania y averiguas unas cosas, vas a Polonia y averiguas otras, vas a Inglaterra, a Francia… Viajas para intentar conocer todo lo que puedas sobre la historia del instrumento, pero no llegas a saberlo todo. Tras visitar archivos y bibliotecas, registros, iglesias y cementerios, obtienes mucha documentación, pero no toda. Entonces, ahí donde no llega la documentación, recurres a la ficción. Ese es también el trabajo del novelista: rellenar los huecos que no has conseguido tapar. Y sabiendo que debes llegar al siguiente punto de información fehaciente, aquello que has podido contrastar. Los puntos de información que has alcanzado, que a lo mejor uno es de 1915, otro de 1920, otro de 1936 y otro de 1970, serían las estaciones de un metro. Para moverte de un punto a otro vas por un túnel, la ficción, que te ha de conducir a la siguiente estación, al siguiente punto que pudiste documentar”.

“Los hechos reales son las estaciones de un metro y, para moverte entre ellas, vas por un túnel, que es la ficción”

-¿Fue muy diferente construir esta ficción con respecto a otros proyectos, centrados en la divulgación, o, al fin y al cabo, se trata de lograr algo muy parecido, pero por otro camino?
“No es exactamente lo mismo. Cuando escribí mis libros anteriores, que son más ensayísticos, del mismo modo que cuando he escrito un guion de televisión o de radio, o me plantean una entrevista como esta, sé, más o menos, a dónde quiero llegar. Soy consciente de que voy a salir de un lugar para desembocar en otro. Escribir un ensayo es como navegar en un río: la corriente va en una dirección. Puedes moverte un poco más a la izquierda o un poco más a la derecha para plantear tus tesis, pero, aunque no quieras, al final el río te lleva hasta el mar. Te conduce hasta la desembocadura y ahí es donde se termina. En la novela, a pesar de que cuentes con esas estaciones de las que hablábamos antes, los puntos a los que agarrarte, todo lo demás es navegar en el océano. El viento puede girar en cualquier momento, puedes tener que enfrentarte a las olas en cualquier instante, puede haber un temporal… De manera que todo es mucho más aterrador, pero, al mismo tiempo, mucho más estimulante”.

-Si hablamos de divulgación, en los últimos tiempos usted está muy vinculado a la Isla, presentando títulos de Ópera de Tenerife. ¿Cómo está siendo la experiencia? ¿Cómo es ese diálogo con el público?
“La vivo con muchísimo gusto, con placer, con ilusión. Siempre que voy, la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife está llena a reventar. Y, claro, es una experiencia tremenda. Llegar a Tenerife, plantarme en el escenario con mi piano y ver esa sala, con toda esa gente, resulta muy gratificante. También es bonito ver que hay personas que van repitiendo y que van apareciendo nuevas caras… Es como todo: se trata de ir sembrando para que vaya creciendo la afición a la música, aumentando la tradición. Siento ese cariño. Cada vez que visito la Isla, la gente me trata con tanto cuidado y con tanto mimo que yo estoy encantado de la vida”.

-¿Cuál es el motor o, si prefiere, la energía que le mueve a emprender propuestas tan diversas y, sin embargo, tan relacionadas entre sí?
“A mí me emociona todo. Soy una persona optimista por naturaleza, pero muy optimista. Siempre me parece que en todos lados hay una oportunidad, que en todos los sitios hay algo por hacer. De manera que cualquier nuevo proyecto me emociona, cualquier iniciativa me entusiasma… Y yo intento hacerlo todo del mejor modo posible… En Cataluña tengo mi programa de televisión, después estoy en Radio Nacional de España [Operando con Ramón Gener], hago mis conferencias, doy mis clases, al mismo tiempo me pongo a escribir… Creo que en todos lados hay cosas que aprender. Y al final, aunque todo parezca de entrada muy diverso, sí, siempre es lo mismo: hablar de música. A lo mejor el que escucha la radio no ve la televisión, o quien ve la televisión no acude a mis conferencias, que, estrictamente, tampoco son conferencias, sino una especie de extraños conciertos donde explico cosas… Es intentar abordar esto de la música, este fenómeno mágico, milagroso, desde todas las vertientes que pueda. Simplemente, porque pienso que hay que aprovechar las oportunidades”.

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