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Aburren a un muerto

Yo sé, por experiencia, lo difícil que es trabajar frente a una cámara, y más narrar lo que está pasando al mismo tiempo que esa cámara recoge las escenas de una competición deportiva. Por eso disculpo a los locutores deportivos que están haciendo el ridículo en la Eurocopa, contando mal lo que ocurre en los partidos de fútbol que transmite TVE. Hubo un maestro en España, de la radio y de la televisión, que era don Matías Prats Cañete, a quien yo tuve oportunidad de conocer porque lo traje a Tenerife para impartir una conferencia magistral en el Centro Internacional para las Ciencias de la Comunicación, que creamos entre CajaCanarias, la Asociación de la Prensa y el periódico El Día. Don Matías era un genio de la narración de un partido de fútbol y de una corrida de toros. Si el maestro de la crónica taurina escrita fue Antonio Díaz-Cañabate, el de la radio y la televisión fue Matías Prats, cuya familia acumula tres generaciones en los medios. Yo leía las crónicas taurinas de Antonio Díaz-Cañabate en ABC y me quedaba maravillado de la recreación que hacía del ambiente de la plaza y del entorno. Era un escritor brillante y contaba lo mismo las verónicas de Domingo Ortega que la vida de la señora que vendía pirulís en el carrito de la explanada exterior de Las Ventas. Matías Prats tenía trucos para que siempre se le entendiera perfectamente y sabía usar lo mismo el acento andaluz -era de Cabra, Córdoba- que el más puro castellano. Su compañero del alma fue Enrique Mariñas, director de RNE en La Coruña e inmenso locutor deportivo. Juntos cantaron las gestas del Real Madrid, sobre todo, y las de la Selección Española. Con alguna excepción, los locutores de hoy son unos mindundis y añoramos, por tanto, a los maestros. Porque estos incultos de hoy aburren a un muerto.

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