Europa parece optar por una gravedad, cual confirmó Italia o anda por Austria, Alemania, etc. Francia no podía quedar por menos. Desde hace ya algunos años y hasta la esperanza fundada en las elecciones pasadas por el llamado Reagrupamiento Nacional de Le Pen. Mayoría absoluta para gobernar era el pronóstico. ¿Qué ocurrió? Que el llamado “pueblo” se movilizó. Cantantes de rap compusieron himnos contra semejante estratagema, los intelectuales se unieron y hubo futbolistas famosos que hablaron alto. No podía ocurrir lo que se vaticinaba. Por eso, la participación resultó sorprendente y los resultados, también. De lo cual, visto la derecha de aquí, no es que se ponga a temblar, es que le ve los cuernos a las ovejas. Es el desatino ideológico e institucional de los susodichos lo que comunicó el gran político respecto de los resultados anunciados. Feijoó volvió a ser conmovedor. Por supuesto, para él (como para Milei) no existe la izquierda. Luego, el moderado Macron habrá de pactar para gobernar. Pero no con la ultraderecha. Es decir, si por ellos fuera, le remitirían al presidente francés los votos de Vox con los que gobiernan, y bien, en comunidades autónomas y ayuntamientos; los de Le Pen no; eso no estaría bien. Porque Europa observa y vaya usted a saber. O lo que es lo mismo, en España el gran Feijoó vuelve a tenerlo fastidiado si sigue por el mismo camino y el pueblo, en efecto, responde.
Y es que, pese a los empachos y salpullidos, los mentados habrían de leer bien lo que resulta a su alrededor. Lo comunicó Pedro Sánchez hace unos días para risas de los apocalípticos que esperan agazapados. Dijo “el PSOE, la izquierda, es la piedra de choque contra la ultraderecha”. De manera que lo que ocurrió en el país vecino es lo que (ahora sí) hace temblar al benemérito del PP. Macron está en trance por lo que ha hecho en sus mandatos. La primera vuelta fue significativa al respecto: un buen varapalo. Pero quedaba la resolución, la tajante resolución. Francia decidió. Frente a los manejos procaces dichos, joven guapo al frente de la estratagema, la constatación fidedigna. En Argentina, contra al desastre del peronismo, la aberrante alternativa; en Francia, contra el descrédito de los moderados y lo que han hecho a las minorías, la inmigración o las jubilaciones, quienes apuestan firmemente por una refundación, incluso radical. Y ahí la izquierda, la izquierda que (¡por fin!) se ha unido como se debió unir. Y en ese punto se encuentra: Jean-Luc Mélenchon, un político que viene de la Francia Insumisa y que es, en verdad y sin equívocos, de izquierdas, con las ideas muy claras sobre prestaciones sociales, acuerdos internacionales (el genocidio de Israel), las pensiones, la sanidad, la educación, etc. Los resultados: Nuevo Frente Popular, 182; Asamblea Nacional, 168; y lo que ha puesto a llorar en secreto a Feijoó y Ayuso, Reagrupamiento Nacional, 143. Oh, qué pena, craso error.