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La historia detrás de la campaña de abonados del Fañabé CF

El club adejero es un ejemplo de equipo familiar y humilde: son jóvenes del pueblo integrados en el equipo; uno de sus delanteros “mete los goles y sirve cañas”
La historia detrás de la campaña de abonados del Fañabé CF

“El fútbol es la cosa más importante entre las cosas menos importantes”. Muchos atribuyen esta frase al mítico estratega italiano Arrigo Sacchi y otros cuantos al genio argentino que dejó huella en la isla de Tenerife como entrenador, Jorge Valdano, aunque realmente la autoría es indiferente. Es cierto que el fútbol es algo secundario; sin embargo, el balompié reúne muchos principios y valores necesarios para la vida. Con la modestia tejida en su escudo, El Fañabé CF es un ejemplo de ello.


Este humilde club de la localidad homónima de Adeje, en la que residen casi 5.000 personas, es uno de los modelos de gestión deportiva de los que casi ya no quedan: un club que representa a su pueblo y se mantiene fiel a sus raíces.


Prueba de ello es su campaña de abonados para la temporada 2024/2025. Del barrio para el barrio es una iniciativa con un gran valor sentimental, que cobra aún más sentido al conocer que los personajes principales de la estrategia de marketing son cuatro futbolistas del club, nacidos o criados en el pueblo. En cada abono vendido late el pulso de un club que honra su pasado y su presente tanto como mira hacia el futuro. Campañas como estas manifiestan el fútbol tradicional. El auténtico.


Su presidente y, a la vez, director de comunicación, Alejandro Borges González, es el creador de esta estrategia. “Aludimos a los sentimientos de nuestra gente. Los cuatro que aparecen: Raúl González, Alejandro Báez, Arjun Yogendra y Dani Plasencia, viven o se criaron en Fañabé. Forman parte de las familias de toda la vida”, explica. Describe al Fañabé como “un club humilde, auténtico y que representa a su pueblo”. La comarca sur está integrada por grandes equipos que juegan en Tercera División Nacional RFEF, como CD Marino, Unión Deportiva Ibarra o CD San Miguel, que recientemente selló su ascenso, y el Faña, como dice su presidente, “vaga entre trasatlánticos”.


Uno de los integrantes de la campaña, Raúl González, residente de la localidad y jugador en varias etapas en el club desde los 12 años, afirma que “ese niño que veía los partidos en la grada siempre soñó con defender los colores rojiverdes del pueblo”.


Hay varias cuestiones que hacen a este club único, Raúl concreta que “una de ellas es que salgo por la calle y los más mayores del pueblo me felicitan por el partido de la noche anterior. He pasado de jugar en la plaza a jugar con todos mis amigos en el mismo equipo”, narra con sentimiento el mediocentro.


GOLEADOR Y GUARDIÁN DE LA CANTINA QUE DERROTÓ AL TENERIFE


Aunque la campaña es protagonizada por cuatro integrantes locales de Fañabé, esta entidad concentra también otras historias singulares y sorprendentes.


Una de ellas es la de Carlos Lorenzo. Conocido en el mundo del fútbol como Carlitos, es el veterano delantero que desde hace una campaña juega en el Fañabé CF. Ahora forma parte de la directiva y, mientras se discute su participación en la siguiente temporada con 36 años a sus espaldas, también dirige la cantina del club. “Mete los goles y sirve las cañas”, afirma con guasa su presidente.


El delantero hizo carrera en grandes equipos como la UD Vecindario, localidad de la que es natural y club con el que llegó a jugar en Segunda División. Una de sus hazañas personales en el mundo del fútbol es un gol que marcó en la temporada 2006/2007 contra el Tenerife, en el derbi canario que se saldó con la victoria del club grancanario. En dicho encuentro, unos jóvenes Suso Santana y Ángel entraban al campo a la vez que Carlitos. El gol de Santana adelantaba al equipo chicharrero, pero el tanto del joven delantero, de apenas 20 años, ponía la igualada, para más tarde lograr remontar el partido por parte del equipo local.

UN BASTIÓN CONTRA EL FÚTBOL MODERNO


El Fañabé es un claro ejemplo de los clubes de barrio que permanecen como símbolos de identidad y comunidad. En una era en la que el fútbol se ve transformado por la influencia y el poder del dinero, algunos clubes continúan siendo fieles a los principios del deporte tradicional, priorizando el sentido de pertenencia, que en los comienzos del fútbol era el motivo de la fundación de los clubes en distintas comunidades.


Este tipo de entidades encarna la esencia del fútbol. En un contexto donde el balompie se ha convertido en un negocio, el Fañabé destaca por su capacidad de unir a las personas y crear lazos sólidos. Los jugadores, al vestir la camiseta, representan el orgullo de una comunidad que se ve reflejada en cada gol y esfuerzo en el campo.


Si bien el dinero puede llenar los bolsillos de los jugadores, formar parte de una historia y sentirte parte de los logros de un club es lo que verdaderamente enriquece el espíritu y fomenta ejemplos en los más pequeños. El Fañabé no es solo un club; es un refugio donde el amor por el fútbol y la lealtad al barrio prevalecen.


Todavía existen bastiones de resistencia contra el fútbol moderno, y el Fañabé es, sin duda, uno de ellos.

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