tribuna

La OTAN mira a Trump

Hoy comienza en Washington la reunión anual de jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, que este año celebra el 75 aniversario de su fundación, en un ambiente enrarecido en el que pesa tanto la inquietud por el resultado de las elecciones en EE.UU. del próximo mes de noviembre como el análisis de la amenaza de Rusia y la tensión derivada de la posición de China en la zona del Pacífico y su liderazgo en los países del sur global. Hasta la irrupción política de Donald Trump, nunca el relevo en la casa Blanca había sido motivo de preocupación para la OTAN.

El presidente estadounidense, Joe Biden, partidario del entendimiento y colaboración con las democracias europeas, esperaba que la celebración de esta reunión en la capital de EE.UU. reforzase su posición ante los votantes indecisos, pero su penosa actuación en el debate de hace diez días con el candidato republicano, Donald Trump, ha encendido todas las alarmas y parece que solo su entorno más próximo se resiste todavía a pedirle que deje paso a otro candidato que pare los pies al mentiroso contrincante republicano. El fantasma de Trump vuela sobre la reunión de la OTAN y nadie está en el secreto de cuál será su actitud si gana las elecciones. Fue un incordio para la Organización durante su mandato de presidente de EE.UU., ha dicho que alentaría a Rusia a “hacer lo que quiera” con los países de la Alianza que no paguen lo suficiente y, como jugador de ventaja que es, podría condicionar su apoyo a la OTAN a que los aliados europeos le compren las armas a EE.UU.

Aunque la agenda es más amplia, el asunto principal de la reunión es la situación y perspectivas de la guerra de Ucrania. Salvo el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, amigo de Vladimir Putin, no es previsible que ningún otro dirigente de la OTAN se oponga formalmente a mantener la ayuda a Ucrania. Habrá un pronunciamiento claro de apoyo a Kiev y se espera una severa admonición a Putin para que detenga la guerra, tomando ahora como base la llamada “Conferencia de Alto Nivel sobre la Paz en Ucrania” celebrada el pasado junio en Bürgenstock (Suiza) con la participación de cien delegaciones de países y de organizaciones varias. Pero, sin Rusia y China, su principal valedor, la reunión no pasó de convención de amigos de Volodomir Zelenski. Como colofón, 16 delegaciones no firmaron la declaración final.

En Washington, se abordará otra vez el espinoso asunto de la candidatura de Ucrania para engrosar la lista de países miembros. El presidente ucranio no esconde sus prisas por meter a su país en la OTAN. En la cumbre de 2023 celebrada en Vilna (Lituania), los aliados declararon que “el futuro de Ucrania está en la OTAN”, pero no concretaron fechas, lo que irritó a Zelenski. Pero… si la OTAN abriese mañana la puerta a Ucrania, la agresión de Rusia tendría que ser considerada automáticamente un ataque a todos los miembros de la Organización en virtud de los establecido en el artículo 5 del Tratado. Es muy posible, por ello, que los aliados maticen a la baja el compromiso adquirido por el secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, en Kiev, cuando habló de “camino irreversible”. Donde dijo digo, probablemente dirán Diego.

La OTAN, que aprovechó el periodo de distensión después de la guerra fría para realizar una formidable y discutida expansión hacia el este y que no tiene ya vuelta de hoja, necesita cerrar la reunión de Washington con el vínculo transatlántico reforzado para proyectar una imagen de organización maciza y sin fisuras para mantener a raya a Putin… cruzando los dedos para que Trump no regrese a la Casa Blanca o para que, si vuelve, no se le vaya la pinza y dé alas a Putin. El presidente ruso es consciente de que su país está en clara desventaja frente a la OTAN, pero sabe también que una eventual victoria de Trump complicaría la vida a los aliados occidentales.

La próxima cumbre, en 2025, será la primera del liberal neerlandés Karl Rutter al frente de la secretaría general, que toma el relevo en octubre al socialdemócrata noruego Jens Stoltenberg. Esperemos que Rutter, que tiene una larga experiencia política, esquive el fuego amigo de Viktor Orbán, encuentre el camino para detener la guerra en Ucrania y resista las zancadillas de Trump si en enero llega a la Casa Blanca.

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