puerto de la cruz

Las obras que transformarán una calle del Puerto de la Cruz en un espacio accesible y un paseo de sensaciones

Zonas de estancias con bancos de descanso, mobiliario urbano renovado y luminarias de última generación, son algunos de los cambios ejecutados en esta zona del litoral

Renovación integral de la vía, zonas de estancias con bancos de descanso, nuevo mobiliario urbano, barandillas resistentes a la erosión del mar que permiten disfrutar de las vistas, y luminarias de última generación, son los cambios recientes de la calle Tegueste, en el barrio portuense de Punta Brava.

Las mejoras, incluidas en el programa de actuaciones del Plan de Rehabilitación de Infraestructuras Turísticas del Puerto de la Cruz, han permitido transformar esta zona del litoral que con el paso del tiempo se ha vista deteriorada “en un espacio accesible y un paseo de sensaciones”, recalca el concejal de Ciudad Sostenible y Participación Ciudadana y representante del Ayuntamiento en el citado Consorcio, David Hernández.

La actuación abarcó toda la calle, de casi 300 metros de longitud, desde la plaza que se encuentra junto a la calle Pelinor, hasta las escalinatas de subida que finalizan en la capilla, junto a la carretera TF-316.

En este tramo también se han instalado jardineras con plantas endémicas de la costa norte de la Isla que se riegan con la maresía y luminarias de última generación que cumplen tanto la seguridad como la normativa particular de la Ley del cielo de Canarias.

Los trabajos se iniciaron el año pasado aunque el proyecto data del mandato 2015-2019.

“Pese al rechazo inicial de ese momento, cuando entramos en el Gobierno municipal se inició un proceso de participación ciudadana con los vecinos y vecinas de la calle para escuchar sus preocupaciones y sus sugerencias, y al mismo tiempo, que la redactora del proyecto pudiera explicarles las ventajas que tenía el proyecto y el criterio de elección de los materiales utilizados”, señala Hernández.

El edil no oculta que los trabajos resultaron complejos, sobre todo en la primera fase, que incluyó el tramo más cercano a la ermita, dado que no se sabía en qué estado se encontraba el subsuelo y surgieron inconvenientes con el saneamiento y las canalizaciones.

Aún así, sostiene que valió la pena, como lo demuestra el resultado final y “en términos generales, los vecinos están contentos porque ahora es una calle mirador y sus viviendas se han revalorizado.

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