Por los pelos

He estado analizando los videos y las recreaciones que me han llegado del atentado contra Donald Trump, elaborados por especialistas americanos. Los disparos iban directos a atravesar el cráneo del candidato, pero un movimiento de Trump, al parecer para ver mejor un cartel que estaba cerca de él, le libró de la muerte. Valió la pena entregar parte de una oreja para seguir viviendo. El tirador obró con extraordinaria precisión, pero el aspirante a la presidencia USA tuvo, además, la habilidad de lanzarse al suelo para evitar disparos posteriores. Unos segundos después los francotiradores del Servicio Secreto desbarataron la operación abatiendo al asesino, cuyas balas mataron a un bombero situado detrás de Trump e hirieron a otras dos personas. Naturalmente que han comenzado a circular las teorías conspiranoicas, tan típicas en los Estados Unidos cuando ocurren magnicidios y ya van varios. Al margen de ellas, Trump se salvó por los pelos y no es extraño que le cambie el carácter, que se convierta al budismo o que costee una capillita en el lugar del atentado. Simplemente, volvió a nacer. En las altas esferas se mueven hilos que muchas veces nos parecen inverosímiles para intentar cambiar las cosas, eliminar rivales de una carrera electoral y que la historia no discurra como debe. Se mueven poderosas fuerzas ocultas capaces de cualquier cosa. Pero muchas veces se trata sólo de la obra de un loco de 20 años que le roba el rifle a su padre y dispara. ¿Por qué su padre pudo comprar un rifle legalmente y tenerlo en casa, con sus cargadores llenos? Este es otro cantar, pero los republicanos son muy partidarios de las armas, así que uno, la verdad, no sabe qué pensar de lo que ocurre en América. A lo mejor por eso los americanos quieren que Dios la bendiga tantas veces.