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Hay que ser godo

Turistas en la calle Castillo, en Santa Cruz de Tenerife. Fran Pallero

Hay que ser godo para triunfar en Canarias, para que a uno lo agasajen y lo reconozcan, hay que ser godo para que los gobernantes canarios se rindan a sus pies, hay que ser godo para que lo entreviste a uno la presidenta del Parlamento, hay que ser godo para presumir de ser alguien en estas islas, que eran de nuestros tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres y de más atrás, pero que ya de nosotros no son, porque hay que ser godo y nosotros no somos. Hay que ser godo para presidir tribunales, para condenar al canario, para enseñar en las universidades, para ocupar puestos en la Administración Tributaria, para cobrar los impuestos, para inspeccionar a los canarios. Hay que ser godo para todo eso y para mucho más, porque si eres godo tendrás al canario a tus pies, podrás partirle el pico con una azada y no lo dejarás que luche sino en lo terreros, en un deporte que el godo ni siquiera entiende. Cada vez veo más godos a mi alrededor, godos irredentos, que no quieren a esta tierra sino para explotarla miserablemente, godos insolidarios, godos infames, godos que nunca serán de los nuestros porque les traiciona no sólo el habla sino la actitud. Ya no veo a peninsulares amables, a gente que se quiso integrar y que se integró, sino a los que no lo han conseguido nunca, colonizadores de mierda, acostumbrados a lidiar y a vencer a la nobleza de los canarios, infiltrados en sus filas y tratando a los isleños al batacazo. Estoy hartos de verlos a mi alrededor, como gallinas ponedoras, buscando huecos donde poner el huevo para presumir de tener un hijo canario. Godos acapara medallas, acapara trofeos, acapara cargos. Y el canario, con el pico roto, que ya no puede ni cantar.

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