Por Carlos Acosta García. | Hemos tratado en estas crónicas semanales muy diferentes temas, ligados únicamente por su antigüedad. No puede haber excepción con la música, viva siempre en los pueblos y dispuesta a estar cerca de cada uno de nosotros. Lo que ocurre es que las crónicas no son siempre imparciales, lo que ha dado lugar a explicaciones fuera de tono. ¿A quién podemos creer? Me da la impresión de que cada detalle debería venir basado en datos auténticos, históricos. Los demás deben ser considerados como simples opiniones de determinados cronistas. Por cuanto antecede, los datos que sobre la música en mi pueblo les ofrezco ahora puedo garantizarlos porque son copia literal de diversas opiniones de antaño, basadas en realidades indiscutibles y ofrecidas por escritores que siempre nos ofrecieron datos basados en el detalle auténtico. Vamos a ver. El brillante y ya desparecido Ernesto Salcedo, periodista destacado, se preguntaba qué podrían hacer las Milicias de Garachico sin el acompañamiento de una agrupación musical interpretando la música militar necesaria en tales casos. Y el también comentarista -en este caso icodense- don Juan Martínez de la Peña nos ha dejado un comentario, de contenido musical, sobre la llegada, en enero de 1690, de una embarcación al puerto de Garachico, que traía una pequeña escultura de la Virgen de Gracia que había sido solicitada a un taller de la Península por la autoridad religiosa de la localidad del Drago. Tal imagen fue llevada desde el pequeño puerto de Garachico hasta Icod, con acompañamiento de vecinos icodenses y garachiquenses: y se puede leer en la lacónica croniquilla que vengo citando: “Al llegar a la Plaza, la imagen fue recibida por la música de Garachico”. Escribir “música de Garachico” no nos aclara si había banda, orquesta, agrupación… ¡Pero había música, que es el dato que nos interesa! Los demás detalles que al respecto conocemos no tienen apoyatura que nos pueda llevar a que sean considerados como auténticos. Tal situación nos obliga a dejarlos al margen de este trabajo. Los casos supuestos no deben ser nunca considerados como auténticos. Es, al menos, la modesta opinión del firmante.
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