avisos políticos

Abandonad toda esperanza

La relación de los países que han reconocido la victoria de Nicolás Maduro en las recientes elecciones venezolana constituye un conjunto de dictaduras insoportables en donde no solo se falsean -se inventan- los resultados electorales, sino que se persigue, se encarcela y se llega a asesinar a los candidatos opositores. Y todo eso se perpetra en nombre de diversas coartadas políticas ideológicas, que se extienden desde el comunismo al Islam. De hecho, ya los candidatos venezolanos se protegen en la clandestinidad, hay miles de detenidos y los chavistas han pasado a la acción, apoyados por la policía, que dispara contra los manifestantes. Rodríguez Zapatero, valedor del chavismo, guarda un elocuente silencio y Yolanda Díaz llama a reconocer los resultados. La incógnita no aclarada reside en saber si los opositores, en el colmo de la ingenuidad política, confiaban en que Maduro reconocería su derrota o, alternativamente, que sería posible derrocarlo en las calles. Ninguna de las dos posibilidades es real. El chavismo controla las fuerzas armadas, los tribunales y lo que llaman el poder electoral, y, en este momento, no hay ninguna probabilidad de vencerlo. En regímenes como el venezolano, las elecciones se manipulan sistemáticamente y su finalidad es legitimar la dictadura. Mientras, los gobiernos de izquierda que constituyen democracias aceptables, como México, Chile o Brasil, le piden a Maduro que sea bueno y publique las actas electorales.

Porque el debate se está centrando en la publicación de estas actas y se trata de un falso debate, que también está sirviendo para tranquilizar las conciencias de las democracias occidentales. La única opción realista es el reconocimiento directo de la victoria del candidato opositor, que ha sido la posición norteamericana. Los peticionarios de las actas están dando por supuesto que el sistema electoral venezolano es similar al español y los de otras democracias; es decir, que se introducen unas papeletas en unas urnas en unas mesas electorales en donde hay interventores de los candidatos, pero nada más lejos de la verdad. El sistema venezolano enfrenta al elector en solitario ante unas mesas en donde unos aparatos informáticos reconocen sus huellas dactilares y recogen e imprimen su voto. Nada impide que el sistema esté manipulado y que el justificante del elector no coincida con el realmente emitido. La informática permite muchas tropelías.

La política iberoamericana estuvo presidida por el getulismo brasileño, hoy transformado en un caudillismo populista y en dictaduras comunistas urbanas en Cuba, Venezuela o Nicaragua. El peronismo, por su parte, es un cáncer político del que los argentinos no terminan de librarse. Quien no está conmigo está contra mí es el lema. La democracia consiste en obedecer los mandatos del dictador, porque quien se le opone se opone a la democracia. Combatirle es combatir la democracia.

Escribe Dante en La Divina Comedia que, en la puerta del infierno, hay un aviso para los que entran bajo ella que reza: “Abandonad toda esperanza”. Por desgracia, es un aviso para los opositores venezolanos y para los demócratas de todo el mundo, que estamos con ellos. Ojalá algún día podamos cambiar su mensaje y restablecer la libertad en lo que los canarios siempre hemos considerado nuestra octava isla.

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