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Cosas de agosto

No hay cartas negras de Hacienda –creo que ya quitaron el negro–, pero este agosto nos ha traído la tocata y fuga de Puigdemont, que viene a ser un sainete con sorna internacional. España, desde hace tiempo, se encuentra a los pies de los caballos, no sólo por los que mandan ahora sino también por los que mandaban antes, porque entre Sánchez y Rajoy yo me quedo con ninguno. Hombre, uno ha copiado y otro ha estudiado, pero eso para la política es irrelevante. Adolfo Suárez tampoco tenía un expediente académico de premio extraordinario y miren lo que hizo. En cierta ocasión, Fernando Fernández organizó un encuentro de un grupo seleccionado de periodistas para una conversación, off the record, con Adolfo Suárez, al que yo había conocido en Londres cuando era presidente del Gobierno, en su primer viaje oficial al Reino Unido, como he contado alguna vez. En esa reunión, el que ya no era presidente del Gobierno nos contó muchas cosas: sus relaciones con Juan Carlos I, las andanzas de éste, los tiempos de la legalización del Partido Comunista. Fernando Fernández había acordado que lo que diría Suárez no saldría del hotel Mencey, pero yo no prometí nada y en esa época editaba el boletín de circulación reservada Canarias Confidencial, así que volqué en uno de los ejemplares (cuya colección completa, menos un tomo, se encuentra en la Biblioteca del Puerto de la Cruz) el contenido del encuentro con el ex presidente. No tardaron algunos medios nacionales en fusilar el contenido de la conversación y yo, que no creo en el off the record, fui también muy citado por unos días. Allí se dijeron cosas muy interesantes, pero un juzgado me pidió ese tomo por una querella de Lorenzo Olarte contra mí y nunca me lo devolvió. Es costumbre de los juzgados. Ya se lo habrán comido las ratas.

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