En la madrugada del 17 de octubre de 1984, una llamada anónima al 091 desató un operativo policial que aún hoy, 40 años después, sigue dejando un reguero de preguntas sin respuesta. Santiago Fernández, un joven de 23 años, yacía gravemente herido en el suelo tras recibir una puñalada en el lado izquierdo del pecho.
A pesar de los esfuerzos de las patrullas que acudieron al lugar, Fernández falleció antes de llegar a la Residencia. El atacante, un hombre descrito en un retrato robot que se difundió ampliamente, huyó en un mini de color verde azulado.
El periodista José Luis Conde, quien cubrió la noticia en DIARIO DE AVISOS, recuerda que “este suceso causó mucha conmoción y un cierto temor en una sociedad tan tranquila como la de Santa Cruz”. La zona donde ocurrió el ataque, en la trasera del antiguo cuartel de San Carlos, era un lugar solitario por el día, pero al caer la noche, la calle Bravo Murillo cobraba vida con la presencia de personas transexuales y travestis que ejercían la prostitución.
“Este suceso causó mucha conmoción y un cierto temor en una sociedad tan tranquila como la de Santa Cruz”
En aquel entonces, prácticamente no existían las páginas de contacto en los periódicos por lo que estos encuentros debían producirse en plena calle. Y, a pesar de los esfuerzos de la Policía y de la colaboración ciudadana solicitada para recabar más pistas, no se consiguió dar con nadie que presenciara el ataque.
La investigación se centró inicialmente en la identidad de quien realizó la llamada al 091, pero pronto se descartó esta línea, ya que el agresor huyó del lugar antes de que se diera la alarma. El mini en el que el sospechoso había recogido a Santiago Fernández y con el que huyó a toda velocidad se convirtió en un elemento clave, pero, a pesar de rastrear a los propietarios de los más de 1.500 vehículos de este modelo en la Isla, no se logró dar con el paradero del presunto homicida.
La fuente policial consultada por este periódico, que ha preferido mantener su anonimato, mencionó que “la poca información que tuvimos nos llevó a un chico joven que vivía en el Sur”, pero fue liberado tras comprobarse que no era el culpable. La misma fuente apunta que pese a todos los esfuerzos por parte de las autoridades, el caso se “enfrió” y las investigaciones se estancaron, quedando el asesinato de Fernández como un crimen sin resolver.
¿Por qué descartaron el robo?
José Luis Conde, en su crónica del lunes 17 de diciembre de 1984, subrayó que los agentes descartaron el robo como móvil del crimen, pues la víctima conservaba un bolso que no fue sustraído tras el apuñalamiento. Aunque el arma del crimen nunca se encontró, se supo que se trataba de un cuchillo tipo puñal.
El sepelio de Santiago Fernández se celebró en el cementerio de Santa Lastenia, en “la más estricta intimidad”, asistido solo por sus familiares y unos pocos amigos. “Han pasado más de 40 años y este caso sigue siendo un misterio”, indica el periodista.
Por su parte, la mencionada fuente policial apostilla que “estos asuntos nunca se dejan de lado, en la memoria eterna, y menos cuando hay una muerte de por medio. Se sigue investigando hasta que el expediente queda medio archivado, a la espera de que llegue algún elemento que permita resolver el caso; ese es el esquema que hay, porque nadie sabe si algún día puede venir alguien que aporte algún dato más”