Por Charo Zarzalejos.| Mucho se está especulando con el alcance y significado de la votación que el Gobierno perdió en relación a Venezuela. Se habla de quebranto en la mayoría de investidura e, incluso, de una nueva mayoría en ciernes. Es verdad que la mayoría que llevo a Sánchez a Moncloa no tiene ni la fortaleza ni la cohesión inicial, pero no dejan de ser vericuetos que, a la hora de la verdad, no van a pasar de lo ya visto.
Algunos grupos de la mayoría de investidura no olvidan las palabras del presidente cuando afirmó que el Gobierno continuará con o sin el concurso del Congreso. Y lo puede hacer. El Ejecutivo tiene resortes suficientes para eludir situaciones límites, basta con no llevar a la Cámara propuestas que no vayan a salir, aunque eso suponga gobernar a medias y un evidente desgaste, pero nada impedirá que Pedro Sánchez haga verdad sus palabras. De momento, se da por asumida la prórroga de presupuestos, hecho al que se le quitará importancia aunque el propio Sánchez dijera en su momento que un Gobierno sin presupuestos es como un coche sin gasolina. Al mismo tiempo, esa altanería del presidente en relación al Congreso facilita a los grupos de la mayoría ir o no ir al Congreso. Nada de lo que hagan, en principio, va a doblegar la voluntad el presidente, aunque esa decisión de continuar tenga que soportar que caigan truenos y rayos y eso les libera de la responsabilidad de poner en riesgo extremo la actual presidencia.
Hay mucho de espejismo en el hecho de que el Gobierno haya perdido la votación sobre Venezuela. No se va a producir corrimiento de tierras y el presidente ha asumido “días difíciles” que, en ningún caso, le harán apretar el botón de elecciones, entre otras razones porque en La Moncloa y Ferraz se tiene la convicción de que el rechazo a un eventual triunfo del PP y VOX es un pegamento de la actual mayoría que impedirá situaciones extremas que hicieran imposible de verdad la continuidad de la legislatura que el PNV, por ejemplo, no va a poner en situación de riesgo aunque pueda coincidir en momentos puntuales con el PP. El lehendakari Pradales depende de ellos.
Dado que la pericia extraordinaria del Presidente y de quienes le rodean de sortear baches e incluso socavones, es incontestable, lo que cabe esperar es algún que otro susto, incomodidad, las ya habituales contradicciones, cuando no, los cambios de opinión.
Predecir el futuro es arriesgado pero la experiencia reciente permite suponer que Sánchez hará un ejercicio supremo de resistencia. Ha dado muestras suficientes de ello aunque suponga un Gobierno a medio gas. Le basta con tener y mantener el diálogo con los independentistas catalanes porque es Cataluña su obsesión, el gran triunfo que espera poder exhibir antes de una convocatoria electoral y todo ello con el silencio y anuencia de su partido que cuando tiene la oportunidad de hablar opta por el silencio. Cuando se gobierna, tener al partido contigo y aspirar a renovar la secretaría general sin rival previsto es ya, de por sí, una buena almohada para las noches de insomnio, si es que algo le quita el sueño.