Por qué pretenden matar a Trump? El último en intentarlo fue un individuo que es un supremo adepto a los ucranianos en la guerra contra los invasores de Rusia. O lo que es lo mismo, un antiruso o antisoviético de tantos cuantos pululan por EE.UU. Lo que tal constatación manifiesta es el rol del norteamericano medio en su actitud: país histórico contra el otro país histórico. ¿Por qué a Trump? Porque lo que manifiesta ese sujeto es lo que se encuentra fuera de la lógica. No tanto que el susodicho se perciba en la espalda del 80% de la humanidad que ha de apoyar a un pueblo soberano que ha sido agredido, sino que lo que restaña el signo mismo de EE.UU. con esa actitud es que la entidad se resquebraja, alguien la liquida fielmente. Aquí Putin contra Zelenski, es decir, no Rusia contra EE.UU. sino Trump y Putin juntos. Quien mata a Trump, entonces, no mata a un presidente o a un candidato (como ha ocurrido con otros tantos magnicidios en esa frontera); mata al mentor de una ideología funesta que pone contra la pared a quienes se creen fidedignos representantes de lo que son. Y eso ocurre, un sujeto fuera del mundo que consuma todas las contradicciones de este orbe. Por ejemplo, hace política alguien que abomina de la política, es un militarista fiero alguien que traicionó a su ejército cuando hubo que ir a filas, se declara el más preclaro patriota quien defrauda a hacienda por listo, alguien cuya finura empresarial es la trampa y el apaño de bienes o alguien que ha de ser presidente de la nación a la que él dice defender aunque pierda las elecciones. Es cierto que todas estas contradicciones dichas no matan a un presidente, lo mata la contradicción manifiesta contra la idea motriz del Estado, como le ocurrió a Lincoln o al republicano James Abram Garfield. Y eso ha ocurrido con otros sátrapas de este planeta; por ejemplo, Gadafi. El mundo busca la recompensa por lo dispar. Y el extremismo de Trump es el que lo sentencia. Trump contra los latinos, contra un idioma que no sea el inglés, machista contra las mujeres, contra los inmigrantes, contra su propio país al pretender construir un muro que los separe en el sur, contra los jueces porque es un delincuente, contra la pobreza porque es rico, contra el cambio climático y etc. Eso sustancia no tanto la inquina, que desde el lado demócrata lo es, sino la reparación, cual manifestó el grupo mexicano Maná o la cantante Taylor Swift allí. Y eso ocurrirá, que probablemente una bala termine incrustada en el cerebro. ¿Matar a un contrario? Infausto. Un asesino será asesino para la ley. Pero el caso (si funestamente se produce) constatará la diferencia; no ocurrirá lo que ocurrió con el asesinato de John F. Kennedy. Esta vez el criminal no se ocultará. Lo que ha de revelarse es la evidencia por la razón impar.