Por Carlos Acosta García
Don Simón de Ponte y Azoca y doña María del Hoyo Solórzano fueron los padres de don Nicolás Eugenio de Ponte y Hoyo, maestre de campo, caballero de la Orden de Calatrava, además de capitán general y gobernador de Venezuela. Ha sido don Nicolás una de las más preclaras fulguras humanas de la historia de Garachico, donde había nacido el día 18 de julio de 1667. En su época, fue llamado “El Hermoso, tanto por la figura de sus facciones como por la célebre disposición de su cuerpo”. Tomó posesión de su cargo el 9 de abril de 1699, según la opinión del presbítero don Blas José Terrera. Nuestro personaje desembarcó en La Guaira el 4 de abril del citado año y llegó rodeado de familiares, criados, amigos de su tierra, un pesado equipaje, caballos y litera. No le acompañó su esposa, que se quedó en Garachico por cuestiones de salud. En Caracas, a su llegada, se organizaron interminables fiestas en su honor. Pero tal vez fueron más famosas sus amorosas aventuras, “pues era fama que sabía arreglárselas con habilidad y prudencia para hacer sus conquistas entre las mujeres más destacadas de la sociedad bolivariana”. Pero esta felicidad duró solo dos años. Había hecho presa en él la locura, lo que dio lugar a su fallecimiento sin que la medicina pudiera ayudarle. Se limitaron los doctores a decir que hubo “reblandecimiento de los tejidos orgánicos del cerebro por la disminución de su consistencia natural”. La gravedad de la dolencia hizo imposible que hubiera en la época medicinas y modos medicinales para resolver el problema de salud del personaje. Su entierro significó la más grande pompa fúnebre de su época en Caracas. Y por lo que respecta a Tenerife, su recuerdo perduró durante muchos años.
