tribuna

¿Por qué el alzheimer afecta más a las mujeres que a los hombres?

Por Rafael Castro Fuentes y Rosy Socas Pérez. | Las mujeres se ven afectadas de manera desproporcionada por la enfermedad de Alzheimer (EA) y representan aproximadamente dos tercios de los pacientes, así como la mayoría de los cuidadores de dichos pacientes. Además, las mujeres suelen vivir más tiempo después de un diagnóstico de EA. La mayor prevalencia del Alzheimer entre las mujeres probablemente se deba a una combinación de factores, entre ellos, los cromosomas sexuales, las hormonas, la estructura cerebral y las experiencias de vida. Estos factores se están estudiando como parte de una nueva dirección en la investigación del Alzheimer.

Una pista de por qué las mujeres con Alzheimer viven más tiempo proviene de un estudio de 2020 que identificó el gen KDM6A en el cromosoma X como un posible factor de resiliencia. La expresión de KDM6A aumenta entre las mujeres y se asocia con un deterioro cognitivo más lento en una población que envejece. Aunque vivir más tiempo puede explicar parte del aumento de la prevalencia de la enfermedad entre las mujeres, no explica todo, lo que lleva a los investigadores a buscar explicaciones adicionales.

Los cerebros de los pacientes con Alzheimer se caracterizan por la presencia de placas de beta-amiloide depositadas entre las células cerebrales, ovillos de proteína tau en el interior de las neuronas y una muerte neuronal extensa. La expresión de genes que contribuyen al desarrollo de la patología amiloide y tau muestra un sesgo femenino, y una mayor expresión de estos genes genera mayores cantidades de proteínas involucradas en la patología amiloide y tau.

Después de la edad cronológica, el mayor factor de riesgo para el Alzheimer es la apolipoproteína E4 (APOE4), un gen que produce una proteína que tiene un papel central en el transporte del colesterol a través del cuerpo. Es importante destacar que está ligada al sexo, por lo que las mujeres con APOE4 presentan, en relación a los hombres portadores de dicho gen, un envejecimiento inmunológico acelerado que las predispone más al Alzheimer.

Los cerebros de los pacientes con Alzheimer se caracterizan también por una neuroinflamación desencadenada por las células inmunes residentes del cerebro, la microglía, las cuales no son sólo sensores de la salud cerebral sino también las encargadas de limpiar las placas amiloides. Las microglías sanas deberían limpiar las placas y resolver la inflamación cerebral rápidamente. Pero lo que sucede en el Alzheimer es que este proceso se ve afectado y las microglías no responden a la neurodegeneración ni a esas placas. Estas células inmunes pasan de un estado tranquilo y pacífico a una respuesta inflamatoria que lucha contra la enfermedad. Por tanto, en su intento prolongado de eliminar las placas, la microglía genera una inflamación crónica y dañina que finalmente les impedirá eliminar las placas por completo. En detalle, lo que sucede en el Alzheimer es que los neutrófilos (un tipo de glóbulo blanco de la sangre) responden a la inflamación causada por la acumulación de placa beta-amiloide en el cerebro. Es entonces cuando los neutrófilos entran en acción: se infiltran lentamente desde la sangre en el cerebro. Entonces, lo que se ha encontrado es un mecanismo por el cual esos neutrófilos empeoran la microglía. Concretamente, en los portadores de APOE4 sus neutrófilos liberan un factor inflamatorio, interleucina-17F, que interactúa con una proteína de la superficie de la microglía para suprimir su capacidad de eliminar las placas de amiloide. Ello provoca un deterioro cognitivo en las personas con el gen APOE4 de riesgo de Alzheimer. Esta interacción negativa es exclusiva de los portadores de APOE4, y especialmente fuerte en las mujeres. La acción supresora de los neutrófilos sobre la microglía aparece en mujeres cognitivamente sanas con APOE4, lo que sugiere que el gen aumenta el riesgo de Alzheimer en las mujeres al acelerar el envejecimiento inmunológico.

El Alzheimer tarda décadas en progresar desde una etapa temprana hasta la manifestación de síntomas clínicos, como pérdida de memoria, confusión, alteraciones del lenguaje y del habla, y disminución de la capacidad de atención. Casi al mismo tiempo en que se desarrolla la EA preclínica, muchas mujeres pasan por la menopausia. Un estudio de 2022 involucró a la hormona folículo estimulante (FSH), cuyos niveles aumentan rápidamente en la fase perimenopáusica y están fuertemente asociados con la aparición del Alzheimer. La FSH actúa sobre las neuronas para perjudicar la cognición; los estudios en un modelo de ratón de EA han demostrado que bloquear su acción puede reducir la pérdida de memoria similar a la del Alzheimer.

Es importante destacar que hay factores sociales y de estilo de vida, como la educación, la ocupación, las actividades sociales, la dieta y el ejercicio, variables éstas que pueden actuar en conjunto con factores biológicos para aumentar o minimizar el riesgo de padecer Alzheimer. Además, estos factores no sólo contribuyen a la prevalencia de la enfermedad, sino que también es probable que influyen en la respuesta al tratamiento. Los hombres y las mujeres difieren en la forma en que procesan y distribuyen los medicamentos por todo el cuerpo y en su respuesta a los mismos. En última instancia, al tener un mejor conocimiento de los posibles factores de riesgo basados en el sexo y de cómo pueden contribuir a la enfermedad, podrá evaluarse mejor el riesgo de Alzheimer, detectar la enfermedad y ofrecer planes de prevención y tratamiento personalizados. Además de la atención personalizada, las mujeres pueden reducir el riesgo de padecer Alzheimer si se centran en los factores de estilo de vida que están bajo su control. Algunas medidas de estilo de vida saludable que pueden adoptar ahora son: 1) seguir una dieta variada, nutritiva y de bajo índice glucémico: incluya alimentos que contengan vitamina C, D y E, grasas omega-3 y los antioxidantes luteína y zeaxantina; 2) hacer ejercicio con regularidad y mantener un peso saludable. Esto no sólo mejorará su sistema inmunológico y su presión arterial, sino también su salud cerebral y ocular; 3) dormir lo suficiente y con la calidad recomendada para su grupo de edad. Los investigadores han señalado la importancia de dormir profundamente de manera regular para eliminar los desechos y las toxinas del cerebro, y para descomponer y eliminar las placas beta-amiloide que se observan en las primeras etapas del Alzheimer; 4) mantener la mente activa, es decir, mantenerla ágil mejorará el bienestar general. También pueden probarse diferentes juegos de memoria; 5) optimizar la salud general en la edad adulta, y especialmente en la mediana edad, trabajando para prevenir o controlar enfermedades y afecciones que aumentan el riesgo de Alzheimer, incluidas diabetes, enfermedades cardiacas, lesiones cerebrales traumáticas (conmociones cerebrales), depresión y demás.

*Rafael Castro Fuentes. Fisiólogo y Neurobiólogo. Académico de la Real Academia de Medicina de Canarias

*Rosy Socas Pérez. Doctora en Neurociencia Cognitiva y Educación. Logopeda del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias

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