Un nuevo brote de cólera en el estado de Nilo Blanco, Sudán, ha causado 83 fallecimientos y cerca de 1.200 contagios, según informa la Red de Médicos de Sudán. Esta situación se suma a la crisis humanitaria que enfrenta el país desde el inicio del conflicto armado en 2023.
La organización médica describe la situación como “catastrófica”, señalando el hacinamiento en los centros de salud y la falta de camas para atender el creciente número de casos.
Este brote en Sudán refleja una tendencia global preocupante. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó 804.721 casos de cólera y 5.805 muertes a nivel mundial en 2024, excluyendo el Pacífico Occidental. Estas cifras representan un aumento significativo respecto a 2023, aunque el número de países afectados disminuyó de 45 a 33.
La región del Mediterráneo Oriental es la más afectada por esta enfermedad intestinal aguda, seguida por África, el Sudeste Asiático, las Américas y Europa. La OMS atribuye la intensificación de los brotes a factores como conflictos, desplazamientos masivos, cambio climático y desastres naturales.
Las zonas rurales y afectadas por inundaciones son particularmente vulnerables debido a la infraestructura deficiente y el acceso limitado a atención médica. Estos factores complican el control de los brotes y retrasan el tratamiento efectivo.
El caso de Sudán ilustra cómo las crisis sanitarias pueden agravarse en contextos de conflicto. La situación actual demanda una respuesta coordinada y urgente para prevenir la propagación de la enfermedad y proporcionar atención adecuada a los afectados.