tribuna

Noche oscura del alma

Por José María Noguerol

Dice una amiga, con poco cariño hacia mí, ya se sabe, que solo la llamo en los malos momentos. “Es que como eres del Puerto de la Cruz…”. Y eso qué tendrá que ver, me responde ella. Y en parte tiene razón. En esa ciudad, de esa ciudad, tengo más de una amiga y admirada, pero hay que ser prudentes porque ellas son poderosas antes de que existiera esa palabra. Y qué bien.

También me dicen, otras, que esa funesta manía de utilizar expresiones ajenas como titular empobrece mi imagen y rebaja la calidad de mis escritos. En lo primero puedo estar de acuerdo, en lo segundo no. A estas les digo, porque son coruñesas, que soy como Ortega y Gasset, titulo por un lado y llevo el texto por otro. Léanse, como ejemplos claros, La rebelión de las masas o La deshumanización del Arte. Ninguna de las tres asiente, no me dan la razón. Con Ortega suele ocurrir que se le cita mucho aunque se le ha leído poco o nada, sobre todo las personas que más lo citan.

Otro sí, he borrado todos los “guasaps” y mensajes del teléfono, no vaya a ser. Aunque me dice Clarita que da igual, que permanecen en una nube a disposición de guardias civiles, periodistas, jueces, exnovias y exnovios, novios y novias actuales, cuando se tienen, candidatos a novios y novias que todavía desconocen su estado. Incluso algún funcionario público de la justicia puede que también los vea, los consulte y analice, y avise al madero correspondiente de guardia. Los riesgos de las tecnologías.
Ya advertía San Juan de la Cruz que: “Mi Amado las montañas,/ Los valles solitarios memorosos,/ las ínsulas estrañas,/ Los ríos sonorosos,/ El silbo de los aires amorosos. (…La soledad sonora,/ La cena que recrea y enamora”.

Por la misma razón, los silbos y los valles, cuando titulé mi tercer libro de poemas Estío de cenizas, únicamente un periodista de RNE en Barcelona descubrió que era un verso prestado de Miguel Hernández. En otras entrevistas estuve teorizando sobre el asunto, el fuego y Galiza, es un caso, sin desvelar al autor.
En el fondo todos somos una repetición demediada, o demenciada, según las mañanas. Por otra parte, cuando cantábamos y cantamos, “nubes oscuras nos impiden ver”, no pensamos en ese lugar maléfico que guarda a traición todos nuestros digitales mensajes. Los otros, los de palabra, obra y papel, no puede, quedan para la posteridad al amparo de ojos curiosos en exceso. Cotillas al fin. Vale.

TE PUEDE INTERESAR