tribuna

El Sur

En el Sur de nuestra isla hay municipios que han demostrado (y siguen demostrando) que el progreso no es una quimera, no es una ilusión. Calles limpias, orden, seguridad, planificación, gestión… nada revolucionario, simplemente lo que se espera de una comarca que cuida de su principal y prácticamente única industria: la turística. Comarca que quiere prosperar y cuidar de sus vecinos para que éstos tengan mayor calidad de vida, para que sus proyectos vitales progresen. Y lo cierto es que les funciona: hay orgullo de pertenencia, atraen visitantes, generan confianza y refuerzan su economía.

Sin embargo, también existe la otra cara de la moneda: desorganización, desconfianza, percepción negativa de todo lo que ocurre en ese territorio, falta de limpieza, inseguridad y ausencia de planificación. No se trata de pedir milagros, sino de una correcta gestión y administración de lo común.

Es muy importante que cada una de las administraciones que conforman la cadena, de eso que llamamos gestión de lo público, funcione correctamente. Cuando un eslabón es débil o se rompe afecta al funcionamiento de la cadena que conforma nuestra isla o nuestra comarca. Las debilidades de un municipio afectan a los demás porque sus deficiencias acaban involucrando al resto, sobre todo en un territorio tan pequeño como el nuestro. Nuestros clientes no conocen los límites administrativos de cada territorio pero si ven las diferencias de orden y limpieza que se dan con solo cruzar un paso de peatones.

Las consecuencias de la mala gestión acaban llegando y son palpables porque el tejido económico se resiente. Donde no hay limpieza, orden y ni seguridad difícilmente florecen los comercios, la restauración o cualquier empresa. Sin embargo, se percibe de manera clara el empobrecimiento de un territorio y la pérdida de valor de todo lo que se desarrolla en el mismo. Y esas consecuencias impactan de manera directa en los residentes, en su economía y en su calidad de vida. En definitiva, cuando un municipio falla no solo afecta a sus vecinos, sino a toda la comarca.

Llamativo y singular es comprobar cómo negocios de todo tipo intentan mantener viva la ilusión en medio de un contexto que, lejos de ayudarles, les ponen obstáculos todos los días. La mala calidad administrativa y política se convierten en lastres para la economía de las familias y también para el propio tejido productivo.

Está muy claro que el Sur necesita avanzar al unísono. Nuestra forma de vida y la manera en la que nuestra economía funciona genera tantas interacciones dentro nuestro pequeño territorio que necesitamos que el conjunto funcione dentro de la eficiencia.

No se puede presumir de ser la locomotora económica si hay vagones que insisten en frenar y lastrar el viaje. Mientras, aquellos municipios que creen que van bien y por buen camino miran para otro lado para evitar inmiscuirse en asuntos que se sitúan fuera de su territorio.

Una administración deficiente impacta en la economía de las Pymes, en la de los profesionales y en la de los residentes, es decir, todos pagamos el precio de la ineficacia de unos pocos y eso es algo que no nos merecemos. Es más que evidente que necesitamos dar un golpe en la mesa y exigir una gestión eficaz por parte de todas nuestras administraciones para conseguir una generación y mayor dinamización de la sociedad y la economía. En definitiva, buscar entre todos el progreso que merece nuestra comarca.

Y es que cada municipio no es un territorio aislado y la sociedad no puede enredarse en esa mala política que piensa que “cuanto peor mejor”, sin importar las consecuencias o el precio que tenemos que pagar por quienes piensen así.

Vamos a seguir luchando para que el Sur sea de primera. Queremos que cada municipio se implique y en ese empeño está el CEST.

*Presidente del CEST.

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