Mónica Domínguez tuvo un presentimiento el miércoles pasado mientras patrullaba junto a un compañero por San Isidro como agente del área de Seguridad de la Policía Local de Granadilla de Abona. Vino a su mente una joven embarazada, de 35 años, en situación de exclusión social, a la que realizaba un seguimiento periódico. Hacía varios días que no sabía nada de ella y se dirigió a la vivienda en la que reside, en la zona de Los Cardones, para ver cómo se encontraba.
La escena que contempló al llegar a la casa no la olvidará nunca. “Lo primero que me encontré fue al marido pidiendo ayuda, porque su mujer estaba dando a luz en ese momento. Rápidamente pedimos una ambulancia y le dije a mi compañero que saliera a su encuentro en la calle para indicarle el camino hasta la casa, porque no era fácil llegar. A mí solo me dio tiempo de ponerme los guantes y la mascarilla, porque el niño ya empezaba a asomar la cabecita”, explicó ayer la agente a DIARIO DE AVISOS.
“Apoyé a la mamá para que hiciera fuerza y llamé al 1-1-2, donde una doctora me fue indicando lo que tenía que hacer. Al niño le costó un poquito sacar el hombro, pero fue saliendo poco a poco sin problema. En el momento en que finalizó el proceso de expulsión, lo cogí y lo puse sobre la madre, y entonces la doctora me dijo que quedaba el cordón umbilical. Le pedí hilo por señas al marido, que no habla español, y procedí a pinzar el cordón siguiendo las indicaciones que nos daban por teléfono. Acto seguido llegó el médico, al que conocía, y me dijo: ‘¿Te animas y cortamos el cordón umbilical?’. ‘Por supuesto’, respondí”. Mónica pidió al doctor que comprobara si lo que había hecho era lo correcto. Le preocupaba el estado del bebé por la precariedad de los medios y las condiciones del lugar, aunque el recién nacido daba muestras de encontrarse bien. “Está todo perfecto”, le confirmó el doctor, y ella le hizo saber entonces sus ganas de “ser la primera persona en coger al niño”.
La agente de Granadilla de Abona, con 18 años de servicio en el municipio, recuerda que el bebé estaba “un poquito frío” mientras que ella sudaba, de ahí que el médico le pidiera que se encargara del pequeño mientras él se ocupaba de su madre.
“Fui consciente de la emoción del momento cuando tenía al bebé en mis brazos. Entonces, lo miré, suspiré y dije: ‘Menos mal que llegué a tiempo”, manifestó a este periódico. La agente temía en los días previos que “pasara algo y no estuviéramos, porque sé en las condiciones que vive la familia”.
Mónica Domínguez, que fue la primera instructora del Cuerpo de la Policía Canaria, confiesa que actuó de la manera que lo hizo, sin titubeos, porque “en ese momento no tienes tiempo de pensar en nada, hay que hacerlo sí o sí, no tienes otra opción”.
El niño, confirmó, permanece ingresado en la unidad de neonatos de un centro hospitalario, “por falta de peso, pero está bien”.
La agente granadillera confiesa que no olvidará nunca el momento en que cogió por primera vez en sus brazos al pequeño. “Ahí sentí la mayor emoción y satisfacción, porque hasta ese momento no fui realmente consciente de lo que había vivido. Gracias a Dios y a la doctora del 1-1-2, todo salió bien”, remarca.