Cáritas Diocesana de Tenerife denunció la falta de respuestas de las administraciones a las personas sin hogar ante las emergencias y fenómenos meteorológicos. El actual temporal de frío y lluvia que azota buena parte de la provincia de Santa Cruz de Tenerife ha vuelto a poner de manifiesto “la cruda realidad” a la que se enfrenta el colectivo de personas en situación de sin hogar.
Cáritas Diocesana de Tenerife afirma que este tipo de fenómenos meteorológicos tiene consecuencias graves en este colectivo, buena parte del cual vive en barrancos, infraestructuras deficientes o temporales, o directamente en la calle.
La mayor parte de los ayuntamientos de Tenerife tienen planes de emergencia que no incluyen este tipo de situaciones, “lo que convierte, una vez más, a las personas sin hogar en invisibles”. Por ello, entiende que estos planes de contingencia municipales deben contemplar protocolos de actuación frente a estas emergencias, como así propuso en su primer Estudio sobre Exclusión Residencial Extrema, publicado en 2021.
En este estudio se contabilizaron un total de 1.784 personas en situación de exclusión residencial extrema en Tenerife. De ellas, 603 son personas sin techo que pernoctan en espacios públicos a la intemperie; 470 se alojan en un recurso nocturno tipo albergue, viéndose obligados a pasar el día en la calle; 226 personas viven en viviendas con un régimen de tenencia insegura; 318 en estructuras temporales o autoconstruidas (chabolas, cuevas) y 167 personas viven en alojamientos semiderruidos inapropiados para vivir.
El sinhogarismo tiene mayor presencia en la zona metropolitana, aunque es una realidad que afecta a toda la Isla. El 60% de las personas que están en esta situación de exclusión residencial extrema llevan más de un año sin hogar. Además, en el 33,7% de los casos la persona lleva más de tres años. Cáritas Diocesana de Tenerife pone de manifiesto que las personas en situación de exclusión residencial extrema ven negado el ejercicio de su ciudadanía y son privadas del acceso a muchos de sus derechos básicos, como la asistencia sanitaria, la vivienda, la protección social, el empadronamiento o la participación vecinal.
Por tanto, propone avanzar en la reconstrucción social, que tenga especialmente en cuenta a las personas sin hogar, y en la urgente necesidad de habilitar espacios donde las personas en situación de sinhogarismo se puedan refugiar ante las adversidades meteorológicas.