Un tiburón gigante, en el océano Atlántico vuelve a ser escenario de un hallazgo que despierta tanto admiración como inquietud: el marcaje del tiburón blanco macho más grande jamás registrado en el noroeste de estas aguas. El ejemplar, bautizado como Contender, mide 4,2 metros y pesa cerca de 750 kilos, lo que lo convierte en un tiburón comparable en tamaño a un automóvil compacto. La captura, estudio y liberación fueron realizados por la organización OCEARCH, especializada en el rastreo de grandes depredadores marinos.
Aunque los encuentros con grandes blancos no son infrecuentes, lo que hace excepcional a este caso es el tamaño y el género del animal. Según los investigadores, el escualo blanco macho suele madurar con 3,5 metros de longitud y unos 26 años de edad. El hecho de que Contender supere con holgura estas cifras confirma que se trata de un ejemplar extraordinario dentro de su especie.
El doctor Harley Newton, veterinario jefe de OCEARCH, explicó que apenas es el tercer escualo macho adulto capturado y muestreado durante las campañas invernales en el sureste de Estados Unidos. Esto recalca la rareza del suceso y la importancia de añadir datos de campo sobre ejemplares tan difíciles de alcanzar.
El marcaje del tiburón y su viaje
La operación incluyó la instalación de una etiqueta SPOT en la aleta dorsal del tiburón, un dispositivo que transmite información vía satélite cada vez que el animal asoma a la superficie. Gracias a esta tecnología, los científicos pueden seguir en tiempo real la posición del tiburón, la temperatura del agua y la profundidad a la que se desplaza.

Desde su marcaje en enero, el tiburón ha recorrido ya unos 470 kilómetros, localizándose su última señal cerca de Merritt Island, en Florida. En la plataforma de seguimiento de OCEARCH, Contender aparece descrito como “el guerrero definitivo del océano”, una etiqueta que refleja el interés que despierta entre investigadores y aficionados.
El seguimiento de un tiburón adulto de este tamaño no es solo un logro técnico, sino también una herramienta crucial para la conservación. Cada señal enviada por el tiburón contribuye a trazar mapas de migración, identificar hábitats preferidos y comprender mejor cómo se insertan los grandes depredadores en el ecosistema del Atlántico norte.
Los investigadores subrayan que el escualo es un animal esquivo, y que cada marcaje exitoso abre una ventana al comportamiento de un depredador que rara vez muestra su vida bajo la superficie. Para la ciencia, el rastreo de este tiburón aporta un caudal de datos que podrían servir para diseñar estrategias más efectivas de protección.
Aunque Contender no es el más grande de todos los tiempos, sí representa un récord en su categoría. El mayor escualo documentado oficialmente alcanzó casi seis metros, según datos de Massachusetts. Existen reportes de ejemplares de hasta siete metros, pero carecen de verificación científica. Aun así, el hallazgo del nuevo tiburón confirma que los océanos todavía esconden criaturas capaces de sorprender incluso a los expertos más veteranos.
El tiburón y la mirada del público
Más allá de los círculos científicos, la noticia ha vuelto a poner en el foco mediático a los grandes blancos. La figura del tiburón, entre la fascinación y el temor, sigue cautivando al público general. Sin embargo, los investigadores recuerdan que estos animales cumplen una función esencial en la regulación de las cadenas tróficas marinas.
El tiburón blanco, a pesar de su fama cinematográfica, no es un villano de las aguas, sino un centinela de los ecosistemas oceánicos. Y cada ejemplar estudiado, como Contender, ayuda a desmontar mitos y a reforzar la importancia de conservar una especie que sigue siendo clave para la salud de los mares.